Son las diez de la noche pasadas en Londres. El plena noche del sábado tres hombres en una furgoneta que circula en zig zag a unos 80 km. por hora, atropellan a los peatones que paseaban por el Puente de Londres.
Armados con grandes cuchillos salen del vehículo en el mercado de Borouhg y al grito de “Es por Alá”, acuchillan a varias personas de distintas nacionalidades que paseaban por la concurrida zona de ocio.
En total matan a siete personas y dejan 47 heridos, dos decenas de ellos muy graves.
Pocos minutos después la policia mata a los tres terroristas. Los disparos se oyen desde el interior de los edificios y bares de la zona.
La gente se refugia en los bares, algunos de los heridos entran sangrando con aparatosas heridas. La policía les pide que se tumben en el suelo y no se muestren.
Algunos ciudadanos tiraban mesas y sillas contra los asaltantes.
La policía difunde el mensaje de que la gente se aleje del centro corriendo, a la mayor velocidad posible en previsión de otro ataque que no se produjo.