La avenida Atlántica que bordea la playa de Copacabana en Río de Janeiro se ha vuelto a cubrir con la bandera arcoiris. Decenas de miles de personas han vibrado y bailado en la marcha del Orgullo Gay, a pesar de que este año no ha contado con subvenciones públicas, por primera vez en 22 ediciones, y pese a la ola de ultraconservadurismo que afecta al país.
“Hay mucha discriminación. Es muy duro. Todavía hay mucha gente que muere cada día debido a la discriminación. Es una batalla diaria. Esto no es solo una fiesta. Hay que mostrar a la sociedad que existes y la sociedad tiene que ser más igualitaria”, pide un hombre.
El alcalde conservador de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, un obispo evangélico muy crítico con la homosexualidad, este año se negó a aportar fondos para la marcha. Como respuesta, grandes artistas brasileños, como la cantante Daniela Mercury, se ofrecieron voluntarios para animar la fiesta de forma gratuita.