En un sistema proporcional puro, las fuerzas no independentistas habrían ganado por tres escaños las elecciones catalanas. Pero ¿qué ocurriría si se vieran beneficiadas por la ley d'Hondt en la misma proporción que lo hace el bloque independentista? El resultado es sorprendente.
Las formaciones independentistas catalanas vuelven a ser mayoría en el parlamento catalán. Sin embargo, siguen sin obtener más del 50% de los votos. De hecho, han perdido algunas décimas con respecto a las elecciones de 2015 para situarse en el 47,6%. En el legislativo, el resultado es incontestable: JxC, ERC y la CUP suman 70 de los 135 escaños del Parlament. Una mayoría absoluta clara.
Las particularidades de la ley d’Hondt, que en el caso catalán produce una sobrerrepresentación política de las zonas rurales en detrimento de las grandes ciudades, hacen que, elección tras elección, el Parlament devuelva una imagen deformada de la realidad política en Cataluña.
El independentismo está acostumbrado a mirarse en ese espejo. Pero ¿qué ocurriría si fuera al revés? ¿Si el espejo devolviera la misma imagen agrandada y en la misma proporción a las fuerzas no independentistas? El resultado es sorprendente: JxC, ERC y la CUP no solo no ganarían, sino que tendrían 15 escaños menos que la suma de fuerzas del resto de la cámara.
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