A escondidas del Ramadán: "Mis padres no van a entender, entonces debo practicar la hipocresía"

A escondidas del Ramadán: "Mis padres no van a entender, entonces debo practicar la hipocresía"
Derechos de autor Reuters / Alaa Al-Marjani
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Por Mohamed Siali con Agencia EFE
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Los relatos de aquellos que no practican el mes de ayuno y deben enfrentar consecuencias como el rechazo social, agresiones en espacios públicos y hasta la cárcel en los países más conservadores.

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El mes de ayuno de ramadán es un periodo difícil, no solo para los que ayunan, sino también para los que se atreven a no respetarlo y se ven asediados por el conservadurismo social y el Código Penal, que castiga específicamente a los que no ayunan.

En una riad en el barrio antiguo de la ciudad de Marrakech, 320 kilómetros al sur de Rabat, se reúne el empresario Hasán Auid, 44 años, con sus amigos en los fines de semana para tomar té, almorzar, y conversar, sobre todo, de asuntos políticos.

¿Qué tienen todos ellos en común? No ayunan en ramadán, y por eso se reúnen, para comer al abrigo de miradas indiscretas.

"Dejé de hacer ramadán hace 24 años. Así lo decidí porque no veo ningún beneficio en ayunar", dijo Auid a la agencia de prensa EFE.

Este empresario del sector turístico, uno de los pocos que da la cara y su nombre, explica que tiene suerte porque, contrariamente a otros marroquíes, no tiene que soportar ninguna presión, ni en su trabajo, porque tiene su propio negocio, ni a nivel personal, pues sus amistades "son en su mayoría no musulmanes", ateos o extranjeros.

Los tres amigos de Auid, por ejemplo, no-ayunadores como él, prefieren no aparecer a cara descubierta.

Reuters / Francis Mascarenhas
Mumbai, India. 27 de mayo de 2019.Reuters / Francis Mascarenhas

Pese a ser un país más abierto que otros árabes en cuestiones religiosas, en Marruecos la sociedad es más estricta cuando se trata del ayuno en ramadán, y eso sin contar con la ley, que puede castigar a los que infrinjan el ayuno en público con penas de entre uno y seis meses de cárcel.

Asimismo, los restaurantes no sirven a los marroquíes durante el día del mes de ramadán y si un ciudadano come o fuma en la calle corre el riesgo de sufrir agresiones de sus vecinos.

¿Una generación más liberal?

Auid ve un cierto avance en comparación con su generación y la de sus padres, que no conciben el hecho de comer en ramadán como una libertad individual sino como un pecado religioso.

"Mis padres no van a entender ni aceptar, entonces tengo que practicar con ellos un poco de hipocresía", dice, en el sentido de que les oculta que no practica el ramadán, que al fin y al cabo es uno de los cinco pilares del islam.

De forma más bien discreta, es cierto que hay jóvenes que "se organizan" para no ayunar y celebrar "cócteles" los fines de semana en sus casas para comer y hasta para tomar alcohol, sobre todo en ciudades grandes, donde es más fácil esconderse.

Reuters / Alaa Al-Marjani

Algunos recurren a la dispensa para no ayunar que el islam concede a los viajeros y así es frecuente ver a jóvenes en las cafeterías de las estaciones consumiendo cafés o pasteles ante la mirada indulgente de los camareros, que probablemente saben que no emprenden ningún viaje y solo buscan "un refugio para pecar".

En los últimos años, la policía ha levantado discretamente la presión sobre los marroquíes que no respetan el ayuno en el mes de ramadán, y este año no se ha anunciado ninguna detención por comer en este mes sagrado.

Caso distinto es el del arquitecto Ahmed Asermuh, que recibe a algunos de los visitantes de su acomodada oficina en Marrakech con agua fría: su discurso no tiene que ver con el hedonismo, sino con una defensa cerrada de las libertades individuales.

"Hay que contrarrestar está imposición (social). Nos van a pegar, a matar, a meter en la prisión, pero este es el precio de la libertad, si no tienes la disposición de morir por algo, olvídate, no vas a ir a ninguna parte", precisó.

Asermuh, de unos sesenta años de edad, denunció la "hipocresía, la cobardía y el miedo" de los marroquíes que no cumplen ramadán por no atreverse a defenderse en el espacio público.

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