Cada vez hay más campos de lavanda en Guadalara, provincia castellano-manchega limítrofe con Madrid. Esta planta aromática es mucho más rentable que los cereales y, además, atrae a muchos turistas.
¿La Provenza francesa? No. Es Guadalajara, a unos 100 kilómetros de Madrid, en el corazón de España, donde los campos púrpuras de lavanda están sustituyendo poco a poco a la tradicional estampa amarillenta del trigo y la cebada. Juan José de Lope, uno de los pioneros en este cultivo, solo le ve ventajas:
"Es una contribución económica muy importante para los locales en esta temporada de verano. Antes, sólo había tierra seca después de cosechar los cereales. La gente eligió ir a la playa y ahora eligen este tipo de turismo rural", explica de Lope.
Cada vez son más los agricultores castellano-manchegos que tienen nariz para este negocio, que deja un margen de beneficio muy superior a los cereales (tres veces más, según de Lope). En diez años, la producción de esta planta aromática se ha quintuplicado en la comunidad autónoma, y también han se han disparado las visitas de turistas deseosos de ver y oler los campos de lavanda.