Sáhara Occidental: vivir la guerra a 2000 kilómetros de tu hogar

Manifestación de apoyo al Sahara Occidental en San Sebastián
Manifestación de apoyo al Sahara Occidental en San Sebastián Derechos de autor Javi Julio
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Por Javi Julio
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Cuatro saharauis cuentan la experiencia de vivir la guerra lejos de su hogar.

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El pasado 21 de Octubre medio centenar de saharauis cortó el paso de Guerguerat, punto de conexión y la principal carretera de acceso a Mauritania, como protesta ante el incumplimiento de la celebración del referéndum de autodeterminación acordado entre el Reino de Marruecos y el Frente Polisario que debía ser supervisado por la ONU tras la firma del alto el fuego en 1991.

Se trata de un paso clave por donde diariamente cruzan docenas de camiones con mercancías. El envío de tropas para recuperar el control de esta zona por parte de Marruecos fue considerado por el Polisario como una ruptura de esos acuerdos y la vuelta a la guerra.

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Hassana Aalia, de 32 años vive como refugiado en Hernani, en el País VascoJavi Julio

Con la preocupación por el reinicio del conflicto entre el Polisario y Marruecos, saharauis asentados en España hablan de cómo viven estos días desde la distancia.

"Un tribunal militar marroquí ejecutó una orden de búsqueda y captura, por lo que tuve que quedarme a vivir aquí
Hassana Ailala,
refugiado saharaui

“Llegué en el 2011 con un programa para saharauis que luchan por los derechos humanos en la zona ocupada. Al poco, un tribunal militar marroquí ejecutó una orden de búsqueda y captura, por lo que tuve que quedarme a vivir aquí”. Desde entonces, Hassana Aalia, de 32 años vive como refugiado en Hernani, en el País Vasco. Mientras pasea por su pueblo de acogida, varios vecinos le saludan a su paso.

En noviembre de 2010, Aalia participó en Gdeim Izik, una acampada que reunió a miles de saharauis a las afuera de El Aaiún, que pedían trabajo y ayudas sociales. Fue desmantelada a la fuerza días después, lo que provocó varios muertos en enfrentamiento entre manifestantes y policías marroquíes. Una veintena de sus compañeros fueron encarcelados a penas que van de los 20 años a la cadena perpetua. “Desde entonces no he podido ver a mi familia, que sigue viviendo allí. Es duro y doloroso ver que los años pasan. He perdido familiares a los que no he podido despedir”, afirma dolido Aalia.

“Existe un bloqueo informativo por parte de Marruecos y se expulsa a periodistas extranjeros. Ahora la situación es más complicada si cabe. Estos últimos días se han producido manifestaciones y la policía ha ido directamente a casa de saharauis a detenerlos. Conozco bastante gente que no duerme en sus casas por si acaso. Se hace difícil no estar allí estos días. Es complicado de gestionar. Desde que estalló la guerra apenas dormimos aguardando noticias”, lamenta Aalia.

Desde la ruptura del alto el fuego, no ha parado de recibir llamadas y muestras de apoyo. “Llevamos luchando de manera pacífica 29 años. Mis amigos de aquí me dicen que hemos aguantado muchos años esperando el referéndum”, afirma con amargura.

Separado por un muro de 2700 kilómetros construido por Marruecos durante la guerra, el Sáhara Occidental se encuentra divido en dos zonas: Marruecos tiene el control del 80% del territorio, mientras que el otro 20% se encuentra bajo control del Polisario.

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Brahim Mahfut, vino a España por primera vez en 2003 con el programa Vacaciones en PazJavi Julio

“Vine por primera vez en 2003, con el programa Vacaciones en Paz”. Quien habla es Brahim Mahfud, quien vino como uno mas de los miles de niños saharauis que vienen a España durante los meses de verano para aliviar la vida en la hamada, como se le conoce a la zona de desierto donde viven 200.000 personas en campamentos de refugiados cercanos a la ciudad argelina de Tindouf desde hace 45 años.

“Tenía unas migrañas muy fuertes que tuve que tratar en un hospital aquí y me quedé a vivir. Estuve viviendo con mi familia de acogida hasta 2013, para volver a los campamentos**. Tras unos meses decidí volver de nuevo. He regresado a la vida nómada de mis ancestros”, afirma sonriendo. “Ahora vivo en Tolosa, en el País Vasco y trabajo en una tienda.”**

“En los campamentos de refugiados los jóvenes no tienen ninguna perspectiva de futuro. Muchos estudian fuera, incluso terminan la universidad, pero al regresar no pueden ejercer de lo que han estudiado. No podemos seguir así. Vivimos en uno de los lugares mas inhóspitos del planeta”, señala. En la hamada. las temperaturas pueden llegar a alcanzar los 50ºC en verano.

“Estos días se remueven muchos sentimientos, es difícil de explicar. Mis amigos en los campamentos viven ahora mismo una situación de euforia y todos se están alistando para ir al frente. Y mientras digo ¿Qué hago yo aquí? Aunque resulta difícil de entender, los jóvenes ven la guerra con esperanza para que aunque no seamos nosotros, las próximas generaciones sean las que puedan vivir en su tierra” explica Brahim.

“Mis amigos de aquí me dicen que estamos locos al ir a la guerra, que Marruecos tiene mas armas, más soldados. Pero nosotros tenemos un objetivo común. Hemos crecido con el conflicto, separados por el muro de la vergüenza. En cada casa hay heridos de guerra o torturados… No pido que lo entiendan”.

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Fatimetu Zenan lleva desde los 5 años viviendo en EuskadiJavi Julio

Fatimetu Zenan lleva desde los 5 años viviendo en Euskadi. Vive con su familia en Ikaztegieta, un pequeño pueblo del interior de Guipuzcoa. “Nací en los campamentos de refugiados. Soy del Sahara Occidental, aunque nunca he estado en mi país”. A sus 21 años, esta terminando el grado de Enfermería. “Por mucho que haya pasado mi vida fuera, tengo un vínculo muy fuerte con mi familia en los campamentos. Y donde esta tu familia, esta tu hogar. Siempre voy a volver a mis orígenes, junto a mi pueblo” afirma convencida.

“Esta última semana han sido días muy intensos. Sentimientos de tristeza, nostalgia, querer volver, hacer algo… Todo lo que esta sucediendo influye en mi día a día, en mis estudios. Estoy muy desconcentrada por que mi mente no deja de pensar en mi familia. Hace una semana cuando salía de las prácticas del Hospital, mi hermana me llamo para avisarme de lo que había sucedido. Me costaba asimilar todo lo que había pasado. Una vez cogí aire, me dije: ¿Qué se puede hacer? Y hablé con otros saharauis para comenzar a dar una respuesta. Tengo mucha esperanza porque cambien las cosas, no pienso permitir que todo esto de un paso atrás. Vamos a darlo todo por recuperar lo que nos han quitado”, afirma emocionada, mientras aguanta las lágrimas.

“Muchas de mis amigas de aquí no saben que decir. A una persona que no ha vivido bajo la represión o en el exilio le es difícil entender la vuelta a la guerra. No puedo juzgarlas, ellas no han vivido como nosotras y no tienen ese sentimiento. Mis amigas me apoyan en todo. Nadie es partidario de la guerra y menos un pueblo que ya ha pasado por eso”, declara Zenan.

“Conozco de primera mano la situación en los campamentos, nací allí. Pero cada vez que vuelvo, es una bofetada de realidad. Siempre me digo: Fati, no te olvides de esto nunca. Da rabia ver que todo sigue igual. Se hace muy duro. ¿Qué paz es esta en que la llevamos viviendo 45 años en campamentos de refugiados?”

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