Entre las alternativas, España y Portugal, tienen una posición estratégica para el suministro del gas que llega desde el norte de África con siete plantas de regasificación y almacenamiento.
Acabar cuanto antes con la dependencia del gas ruso.
Ese es el objetivo de la Unión Europea (UE) ante la escalada de precios de la energía y los combustibles fósiles por la guerra en Ucrania.
Entre las alternativas, España y Portugal, tienen una posición estratégica para el suministro del gas que llega desde el norte de África con siete plantas de regasificación y almacenamiento.
Una en Portugal, las otras seis en España.
"En su conjunto esas seis plantas de regasificación gestionan un 40% de la capacidad de almacenamiento de la Europa continental. Obviamente tener este tipo de infraestructuras en un sistema gasista aporta flexibilidad y refuerza la garantía de suministro del propio sistema, en comparación con otros sistemas de algunos países europeos que tienen una dependencia total de conexiones físicas por gasoducto", señala el director general de Infraestructuras de Enagás, Claudio Rodríguez.
La Comisión Europea tiene un plan para acabar con la importación de todo tipo de combustibles fósiles de Rusia en 2030. Sin embargo, en opinión de los expertos, esto no significa que el proceso vaya a ser una tarea fácil.
"Así que fomentar relaciones con otros suministradores va a ser importante. Y esto también va a cambiar nuestras relaciones con ciertos países. Algunos exportadores de combustibles fósiles van a ganar en sus relaciones. Y va a ser importante cómo combinamos nuestros esfuerzos en este sentido. Cómo los países de la Unión Europea trabajan juntos en relación con estos nuevos suministradores", explica la investigadora sénior de EsadeGeo, Marie Vandendriessche.
España y Portugal parten con ventaja.