Los prejuicios contra los gitanos siguen existiendo, pero también hay gente que se levanta contra ellos. ¿Qué se hace exactamente para mejorar la situación de los gitanos en Europa? El periodista de Euronews Hans von der Brelie viajó por Montenegro, Serbia y Bosnia-Herzegovina para averiguarlo.
PUBLICIDADEn mi viaje veo niños que juegan en vertederos y otros que preparan el colegio. Descubro chozas destartaladas y modernas viviendas sociales. Conozco a gitanos trabajadores y a los que no tienen trabajo. Escucho a los que hablan de discriminación en la vida cotidiana y a los que viven en armonía con otros ciudadanos.
En este panorama heterogéneo, hablamos con Ramiz Šakoli, residente en un barrio romaní de las afueras de Nikšić, en Montenegro: "Vamos al centro de la ciudad y la gente nos señala, diciendo: 'Ahí están los gitanos'. Entramos en una cafetería y vuelven a decir: 'Ahí están los gitanos'. Las relaciones no son buenas".
Sin embargo, en algunas ciudades el cambio está en camino. La Comisión Europea premió a siete alcaldes de los Balcanes Occidentales por ser favorables a los gitanos. En Montenegro, el ganador es Marko Kovačević. Es el alcalde de Nikšić, la segunda ciudad más grande del país: unos 70.000 habitantes, entre ellos unos 1500 gitanos.
Kovačević promovió la construcción de 31 viviendas sociales, 17 de ellas para familias romaníes. Cuando planeó ampliar el proyecto, hubo resistencia:
"Los cambios son demasiado lentos. La razón es el diferente estilo de vida de la comunidad gitana y el resto de nuestra comunidad en Nikšić. Hace poco, quisimos construir 10 viviendas sociales en un barrio donde tuvimos resistencia del resto de la población contra el proyecto".
Visito el 'Centro de Iniciativas Romaníes'. Entre otros proyectos, la ONG promueve los derechos de las mujeres romaníes. Salud, escuela, trabajo, vivienda: todo está relacionado, dice la directora Fana Delija. Un primer paso importante sería aclarar las cuestiones de propiedad, un problema existente en todas las regiones de la antigua Yugoslavia. "El mayor problema es la aún inexistente legalización de los terrenos donde vive la comunidad romaní-egipcia", afirma Delija.
Algunos romaníes son propietarios de viviendas, otros no. Hace unos años, en las afueras de Nikšić, en el barrio de Gracanica, el ayuntamiento construyó viviendas sociales donde viven ahora unas 300 personas. Enormes familias se hacinan, algunas de ellas en condiciones de vida miserables, dice Bukurija Sejdi, un anciano residente en este barrio romaní:
"Viven 14 personas en esta casa, con nietos, también mi hijo con un bebé enfermo. Y nadie tiene trabajo, sólo una persona recibe prestaciones sociales."
La activista gitana Fana Delija subraya: "Es realmente importante centrarse en el empleo en la comunidad, en los próximos cuatro años."
Acompaño a Zoja Tarlamišaj, mediadora romaní en el instituto local, a visitar a Amela y sus seis hijos en casa. Amela está casada con un gitano. Las mujeres lo saben: Para encontrar un trabajo cualificado, primero hace falta una educación sólida. Por eso Tarlamišaj sigue de cerca las notas escolares de los pocos niños gitanos que han llegado a la secundaria.
La propia Tarlamišaj es romaní, y terminó con éxito sus estudios universitarios, una rareza para los romaníes en Montenegro. Tarlamišaj invita a los responsables políticos a cambiar la leglización: "Si la enseñanza secundaria fuera obligatoria, los alumnos de la comunidad romaní-egipcia no abandonarían la escuela tan pronto (después de la primaria) y, al adquirir mejores cualificaciones, su vida mejoraría".