En medio de una profunda crisis política en Israel, el reciente enfrentamiento con Irán reordenó las prioridades y la figura de Benjamín Netanyahu. La atención se centra ahora en analizar qué ha ganado el primer ministro con esta escalada regional.
Aunque la oposición fracasó en su intento de desbancarlo, continuó el debate sobre los fallos de su gobierno, al que se responsabilizó de los desastres del 7 de octubre, como se hizo eco el líder de la oposición, Yair Lapid. Sin embargo, estas críticas remitieron una vez que los israelíes se encontraron en medio de una nueva guerra, vista como una oportunidad para deshacerse de la mayor amenaza existencial a la que se enfrentan: Irán.
En ese momento, la oposición se alineó detrás de aquellos a los que atacaba, sobre todo el propio Lapid, que declaró su apoyo a Netanyahu y consideró necesaria la confrontación. Con el paso del tiempo, y la ausencia del apoyo estadounidense con el ímpetu que Netanyahu esperaba, empezó a crecer en el Estado hebreo el temor a verse envuelto en una larga guerra de desgaste con la República Islámica.
Según declaraciones de funcionarios israelíes y árabes, Tel Aviv ha expresado su deseo de poner fin pronto al conflicto, pero la parte iraní no parece dispuesta a hacerlo. Los opositores, encabezados por el ex primer ministro Ehud Olmert, sostienen que Netanyahu ha arrastrado a los israelíes a una guerra que "carece de la capacidad, la imaginación y el valor para poner fin". Esto plantea una pregunta fundamental: ¿Qué ha ganado el líder del Likud con esta guerra?
1. Desviar la atención de la guerra en Gaza
El ex primer ministro israelí Ehud Olmert afirmó hace unos días que Netanyahu consiguió desviar la atención de la estancada guerra de Gaza sumergiendo al país en una segunda guerra. Últimamente, la presión pública y política sobre el gobierno para que ponga fin a las operaciones en Gaza y recupere a todos los rehenes ha ido en aumento.
Sin embargo, estas cuestiones se han visto atenuadas por la sensación de peligro existencial que se ha apoderado de los israelíes debido al ritmo sin precedentes de los bombardeos y a la gran cantidad de muertos y heridos. Según 'Haaretz', "lanzar la guerra contra Irán formaba parte de la trayectoria de Netanyahu, que responsabilizaba a todos de la masacre del 7 de octubre y de la matanza de residentes de kibutz y soldados.
Como parte de este proceso, hace varios meses destituyó al ministro de Seguridad, Yoav Galant, al jefe del Estado Mayor, Hertzi Halevi, y al jefe del Shin Bet, Ronen Bar. También se negó vehementemente a crear una comisión de investigación oficial para responder a las preguntas centrales:
¿Cómo fue posible irrumpir en las ciudades de los sobres? ¿Cómo se gestionó el ataque? ¿Cómo gestionó Netanyahu la situación? El primer ministro israelí hizo todo lo posible por mantener el tema de la comisión de investigación fuera de la agenda pública y política".
2. Volver a promocionar su imagen de líder fuerte de cara a las próximas elecciones
Tras la crisis política en la que se vio envuelto el gobierno a raíz de la negativa de los haredíes a alistarse, surgieron dudas sobre la capacidad de Netanyahu para formar un tercer gobierno ante el descontento de la opinión pública por su actuación en relación con la guerra contra Gaza.
Sin embargo, hay quien sostiene que el líder del Likud ha logrado forjarse una imagen de líder valiente y fuerte, asestando duros golpes a Irán, hasta el punto de que se le ha comparado con David Ben-Gurion, como quiso retratarle el diario 'Israel Hayom'. Cree que tiene capacidad de maniobra y puede decir "no" a Estados Unidos cuando lo considere conveniente para los intereses de Israel.
3. Restablecer la relación con Estados Unidos
Antes del estallido del enfrentamiento Irán-Israel, se plantearon interrogantes sobre la relación entre Tel Aviv y Washington. Parecía haber aflorado una tensión que sorprendió a muchos israelíes que quizá no estaban preparados para ello. La suposición de que la administración estadounidense estaría siempre de su lado y quizá "en su bolsillo" se vino abajo.
Este cambio de humor se debe a algunas de las medidas unilaterales adoptadas por la administración Trump sin consultar con Israel, desde la firma de un acuerdo de alto el fuego con los Hutíes, el abrazo a los islamistas en Siria, Erdogan y Qatar, hasta precipitarse hacia un acuerdo con Irán. Por lo tanto, el intento de empujar a Washington a implicarse directamente en la confrontación con Teherán reordenaría la imagen de la relación entre los dos aliados, al menos ante el mundo y la opinión pública israelí en particular.
Esto quedó patente cuando Netanyahu logró convencer a Trump de atacar la instalación nuclear de Fordow, fuertemente fortificada, pero en el discurso del líder republicano quedó claro que deseaba poner fin a la confrontación rápidamente, sobre todo porque se dio cuenta de que penetrar en la instalación de Fordow no significaría necesariamente la caída del régimen iraní.
4. Firma de los Acuerdos de Abraham
Hace unos días, un corresponsal de la radio del ejército israelí informó de que cuando se preguntó al primer ministro Netanyahu si los logros con Irán permitirían ampliar los Acuerdos de Abraham: "Creo que sí, creo que aquí se abrirán oportunidades excepcionales".
5. Netanyahu y el sueño de eliminar la amenaza nuclear
El escritor israelí Ilan Kfir dice en su libro La tormenta en el camino hacia Irán "La bomba iraní se convirtió en una obsesión para Netanyahu. Creía firmemente que si no se neutralizaba, Israel se encontraría bajo una verdadera amenaza existencial". Sin embargo, se enfrentó a varios obstáculos dentro del 'establishment' político y de seguridad que le impidieron lograr sus propósitos.
Según 'Haaretz', un ejemplo de ello fue en marzo de 2015, cuando Netanyahu pronunció un discurso ante el Congreso de Estados Unidos en el que pidió a sus miembros que no ratificaran el acuerdo nuclear con Irán, argumentando que el acuerdo era malo, peligroso para la paz mundial y una amenaza existencial para Israel. Este discurso provocó un fuerte enfrentamiento con el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
El periódico sostiene que la entrada de Netanyahu en la guerra tuvo una motivación personal, no basada en consideraciones de seguridad nacional, ya que quería borrar de la memoria los efectos del 7 de octubre. Ahora que la guerra ha terminado, aunque sea temporalmente, Netanyahu intentará capitalizar esta victoria estratégica para enfrentarse a sus oponentes en casa.