El sobrino del emperador Naruhito se convierte en el segundo en la línea de sucesión tras una ceremonia histórica. Es el primer varón de la familia imperial en alcanzar los 19 años en cuatro décadas, convirtiéndose en la gran esperanza de la monarquía japonesa.
Hisahito es el primer varón de la familia imperial en alcanzar la mayoría de edad en cuatro décadas, un hecho que cobra especial relevancia para el futuro de la monarquía japonesa. En los últimos 40 años solo han nacido mujeres en la familia imperial, pero la ley japonesa establece que la sucesión debe ser agnática, es decir, de hombre a hombre.
La línea sucesoria actual sitúa a su padre, el príncipe Akishino de 59 años, como heredero directo, mientras que el emperador Naruhito solo tiene una hija, la princesa Aiko. El tercero en la línea es el príncipe Hitachi, de 89 años y sin descendencia. Esta situación convierte a Hisahito en la gran esperanza del futuro de la monarquía japonesa, siendo el segundo en la línea de sucesión al Trono de Crisantemo, considerado el más antiguo del mundo.
Durante la ceremonia, el joven príncipe mostró su gratitud y compromiso: "Hoy, con motivo de la Ceremonia de Mayoría de Edad, estoy profundamente agradecido por haber recibido la corona. Estoy profundamente agradecido a Sus Majestades, el Emperador y la Emperatriz, por asistir a la ceremonia de coronación".
Un príncipe con los pies en la tierra
Más allá de la solemnidad del protocolo imperial, el príncipe Hisahito reveló una faceta cercana y sencilla durante su discurso, hablando de sus aficiones personales con naturalidad. "Mis hobbies son el cultivo de hortalizas y arroz, que llevo haciendo desde hace tiempo. A veces, los tomates son picados por insectos y el arroz es comido por gorriones. Pero me siento encantado cuando he logrado cosechar verduras y arroz y comerlos con mi familia", confesó el joven.
Estas palabras muestran el contraste entre el peso histórico que recae sobre sus hombros como futuro emperador y su personalidad sencilla, conectada con actividades cotidianas como la agricultura. Esta dualidad presenta a un príncipe que, pese a su destino imperial, mantiene una perspectiva humana y cercana, algo que podría resultar refrescante para una institución milenaria que debe adaptarse a los tiempos modernos.