EE.UU. envía al Caribe el portaaviones Gerald R. Ford, el mayor del mundo, para reforzar su campaña antidrogas. El despliegue, ordenado por Trump, eleva la tensión con Venezuela tras el sobrevuelo de bombarderos y nueve ataques navales desde septiembre.
Estados Unidos enviará al mar Caribe el portaaviones USS Gerald R. Ford, el buque insignia de su flota y el más grande del mundo, como refuerzo de su campaña militar contra el narcotráfico en América Latina. El despliegue, ordenado por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, amplía de forma significativa la presencia naval estadounidense en la región en medio de un clima de creciente tensión con Venezuela.
Un portavoz del Pentágono indicó en un mensaje en redes sociales que Hegseth ordenó que el USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque se incorporen al Comando Sur (U.S. Southern Command) para "reforzar la capacidad de Estados Unidos para detectar, vigilar e interrumpir actores y actividades ilícitas que comprometen la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos", según la publicación del portavoz Sean Parnell.
El Pentágono explicó que la misión busca específicamente "detectar, vigilar e interrumpir actividades ilícitas que amenazan la seguridad del hemisferio occidental", en el marco de la operación antidrogas iniciada en septiembre. El portaaviones viajará acompañado de varios buques de guerra, incluidos destructores y un crucero, y contará con más de 5.000 efectivos y cerca de 90 aeronaves de combate.
Fuentes militares señalaron que el Gerald Ford y su grupo de ataque, integrado por el crucero USS Normandy y los destructores USS Thomas Hudner, USS Ramage, USS Carney y USS Roosevelt, se incorporarán al Comando Sur en los próximos días. Según el Pentágono, el USS Ford está desplegado actualmente en el mar Mediterráneo junto con tres destructores, por lo que el traslado hacia las costas de Sudamérica tomaría varios días.
Al menos 43 personas han muerto hasta ahora
El despliegue del Gerald Ford eleva aún más la tensión diplomática, tras una semana marcada por ataques estadounidenses contra presuntas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico. La decisión se conoce pocas horas después del sobrevuelo de bombarderos B-1B frente a las costas venezolanas, una demostración de fuerza que Caracas calificó como una "provocación".
Hegseth informó además que el Ejército había llevado a cabo el décimo ataque contra una embarcación sospechosa de tráfico de drogas; en ese ataque murieron seis personas, lo que eleva a al menos 43 el número de fallecidos en los golpes que comenzaron a principios de septiembre.
El secretario de Defensa afirmó que la embarcación atacada operaba bajo el control del Tren de Aragua, la organización criminal venezolana que Washington ha designado como organización terrorista, y que es la segunda vez que la Administración relaciona una de sus operaciones con ese grupo. La Administración estadounidense sostiene que al menos cuatro de las embarcaciones alcanzadas procedían de Venezuela.
La intensidad de los ataques se ha acelerado en los últimos días: cuando comenzaron eran aproximadamente uno cada pocas semanas y esta semana llegaron a ser tres, con un total de al menos 43 muertos desde septiembre. Dos de los ataques más recientes se realizaron en el océano Pacífico oriental, lo que amplía la zona donde se han lanzado las operaciones y se aproxima a rutas por las que transita buena parte de la cocaína procedente de los mayores productores mundiales.
En redes sociales circuló un video en blanco y negro de unos 20 segundos sobre el ataque: en él se aprecia una pequeña embarcación aparentemente inmóvil en el agua cuando desciende un proyectil largo y delgado que provoca una explosión; el clip termina antes de que los restos del bote vuelvan a ser visibles. Hegseth dijo que el ataque ocurrió en aguas internacionales y se jactó de que fue el primero realizado de noche. "Si eres un narco-terrorista que trafica drogas en nuestro hemisferio, te trataremos como tratamos a Al Qaeda", escribió Hegseth en la publicación. "De día o de noche, mapearemos sus redes, rastrearemos a su gente, los cazaremos y los mataremos".
El foco estadounidense en Venezuela y el Tren de Aragua ha alimentado especulaciones en la región acerca de los objetivos reales de la campaña. Observadores señalan que, además de frenar el narcotráfico, el despliegue masivo de fuerzas puede interpretarse como un mensaje político para que los países de la región se alineen con los intereses de Washington. El propio presidente Donald Trump ha descrito la ofensiva como una "guerra contra el narcotráfico"; este mes declaró a los carteles como combatientes ilícitos y afirmó que Estados Unidos se encuentra en un "conflicto armado" con ellos, invocando autoridades legales similares a las usadas tras el 11 de septiembre de 2001.
Desde el lado venezolano, el Gobierno de Nicolás Maduro ha condenado las maniobras y calificado algunas acciones como provocaciones destinadas a forzar su salida del poder. Tras el sobrevuelo de bombarderos, Maduro elogió ejercicios de defensa realizados por fuerzas de seguridad y milicias cívicas a lo largo de unos 2.000 kilómetros de litoral, diciendo que el país había cubierto "el 100% de la línea costera en tiempo real" para prepararse ante la posibilidad de un ataque estadounidense.