Desde que la empresa estadounidense desembarcó en Europa, su modelo de negocio no sólo ha provocado las protestas del sector del taxi tradicional sino que ha puesto a las autoridades locales contra las cuerdas.
Desde que Uber desembarcó en Europa hace siete años, la empresa estadounidense, no sólo ha provocado las protestas del sector del taxi tradicional.
Su agresivo modelo de negocio ha puesto contra las cuerdas a las autoridades locales. Además, su política de protección de datos situó a la compañía en el punto de mira de Bruselas, desde un principio.
El Tribunal Europeo de Justicia (TJUE) ha puesto límites a Uber. Primero sentenció que era una empresa de transporte y no una mera plataforma digital. Desde entonces Uber opera con licencia profesional de vehículos de alquiler con conductor. Otro fallo posterior dejó en manos de los Estados la capacidad sancionadora.
La normativa es variada pero Uber cesó sus operaciones en países como Dinamarca o Bulgaria.
En Italia, por ejemplo, UberTaxi está activo en Turín. UberBlack, UberLux y UberVan están disponibles en Roma y en Milán.
En Francia, la relación entre los conductores y Uber fue desde un principio el gran caballo de batalla. La justicia resolvió que era una "relación laboral" y que debía regularse con "un contrato de trabajo".
En Bélgica, idéntico problema tienen los aproximadamente 1.000 conductores que usan la aplicación en Bruselas.