S&P sube el rating de España a A+ por su fuerte crecimiento y resiliencia. Prevé un PIB del 2,6 % en 2025, muy por encima de la eurozona, aunque advierte de riesgos por la alta deuda, la falta de presupuestos y la inestabilidad política.
La agencia crediticia S&P ha mejorado la calificación de la deuda española de A a A+, la primera subida desde 2019. La decisión se apoya en el fuerte crecimiento económico, el efecto positivo de la inmigración en el empleo y la buena marcha de las exportaciones, que apenas se ven afectadas por los aranceles de Estados Unidos. Según la agencia, España es ahora más resistente a los cambios en la economía global gracias a una década de reducción de deuda privada y a un balance exterior más equilibrado.
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, celebró la noticia como un reflejo de la fortaleza de la economía española. Recordó que España volverá a liderar el crecimiento entre los países avanzados este año, a pesar de la incertidumbre internacional y la ralentización de sus principales socios europeos. Esta es la publicación que ha difundido en sus redes sociales el ministro:
S&P prevé que el PIB español crezca un 2,6 % en 2025, más del triple que la media de la eurozona. Este avance se apoyará en el consumo interno, la inversión privada, los fondos europeos y un mercado laboral dinámico impulsado por la inmigración. Además, la diversificación hacia sectores de alto valor añadido, como la tecnología y los servicios empresariales, reduce la dependencia del turismo y aumenta la capacidad de resistencia ante crisis externas.
La agencia también señala que España está relativamente protegida frente a los aranceles de EE.UU., ya que menos del 5 % de sus exportaciones de bienes se dirigen a ese mercado. El superávit por cuenta corriente y una factura energética moderada permiten prever saldos externos positivos de más del 2 % del PIB hasta 2028, incluso en un escenario de tensiones comerciales y problemas en las cadenas de suministro.
No obstante, S&P advierte de que la elevada deuda pública, cercana al 100 % del PIB, y la falta de nuevos presupuestos desde 2023 son puntos débiles. La fragmentación política, el gasto vinculado a la inflación y los escándalos de corrupción añaden incertidumbre. Aun así, la agencia mantiene una perspectiva estable, confiando en que el crecimiento y la solidez del sistema bancario compensen los riesgos fiscales.