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Los gatos negros, las víctimas de Halloween: ¿Por qué Terrassa ha suspendido su adopción?

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Creative Commons. Derechos de autor  Robert Couse-Baker
Derechos de autor Robert Couse-Baker
Por Christina Thykjaer
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El Ayuntamiento de Terrassa ha suspendido la adopción de gatos negros durante octubre para evitar su uso en rituales y celebraciones de Halloween, una medida que busca prevenir el maltrato animal asociado a supersticiones.

El Ayuntamiento de Terrassa, a unos 30 km de Barcelona, ha decidido suspender la adopción de gatos negros durante todo el mes de octubre, una medida insólita pero necesaria, según las autoridades locales, para evitar su uso en rituales o celebraciones vinculadas a Halloween.

"Nos han alertado desde entidades y desde la ciudadanía de que hay quien quiere adoptar un gato negro para usarlo con fines rituales. Hemos tenido que hacer una instrucción para parar las adopciones y las acogidas de gatos negros en Halloween", explicó en redes sociales el teniente de alcalde Noel Duque. "En Terrassa, si queréis adoptar un gato negro, tendrá que ser después de Halloween y acreditando que lo vais a cuidar y a querer", añadió.

Aunque pueda parecer una superstición del pasado, las asociaciones protectoras de animales aseguran que cada año aumentan los casos de personas que solicitan gatos negros como parte del atrezo de fiestas o, peor aún, para emplearlos en rituales de brujería.

Brujería y mala suerte

La medida de Terrassa se suma a la de otras ciudades que ya restringen la adopción de gatos negros y, en menor medida, blancos, en las semanas previas al 31 de octubre. Mientras los primeros siguen siendo símbolo de mala suerte o de poderes oscuros, los segundos representan pureza y buena fortuna. Ambos, sin embargo, comparten un destino común: ser víctimas de supersticiones humanas.

Desde tiempos medievales, los gatos negros han sido asociados a la brujería, al mal de ojo y a la mala suerte. En España, el imaginario popular los coloca junto al martes y trece, los espejos rotos o las escaleras como presagios que conviene evitar. Pero en pleno siglo XXI, su persecución persiste disfrazada de tradición festiva.

Por eso, las protectoras insisten: los gatos, sean del color que sean, no son amuletos ni elementos decorativos. Son seres vivos. Y, al menos este Halloween, en Terrassa no formarán parte de ningún ritual.

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