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Llegan a Europa las olas de calor: ¿cómo les hacemos frente?

Turistas beben agua fría mientras se resguardan de una calurosa tarde soleada cerca del Coliseo de Roma, 5 de julio de 2023\.
Turistas beben agua fría mientras se resguardan de una calurosa tarde soleada cerca del Coliseo de Roma, 5 de julio de 2023\. Derechos de autor AP Photo/Gregorio Borgia, File
Derechos de autor AP Photo/Gregorio Borgia, File
Por Euronews Green con AP
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Este artículo se publicó originalmente en inglés

"No conozco ninguna ciudad que esté realmente preparada para el peor de los casos", afirma un experto.

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Son muchas las ciudades que, expuestas este verano a olas de calor extremo, han desarrollado planes de respuesta de emergencia para proteger a la población.

Con todo, los expertos advierten de que esas medidas podrían no ser suficientes, en un mundo que bate constantemente récords de calor y agudiza las desigualdades.

"No conozco ni una sola ciudad que esté realmente preparada para el peor de los escenarios que temen algunos científicos del clima", afirma Eric Klinenberg, profesor de ciencias sociales de la Universidad de Nueva York y autor de un libro sobre una ola de calor mortal en Estados Unidos.

En general, la preparación ante el calor ha mejorado a lo largo de los años a medida que las previsiones se han hecho más precisas. Los meteorólogos, periodistas y funcionarios públicos también han empezado a centrarse en difundir el peligro que se avecina. 

Europa, ante un futuro cada vez más caluroso

En toda Europa, múltiples ciudades y países han adoptado medidas para alertar y proteger a la población en caso de condiciones meteorológicas extremas.

Francia ya puso en marcha un sistema de alerta contra el calor tras la prolongada ola de calor que en 2003 causó cerca de 15 000 muertes, muchas de ellas de personas mayores que vivían en apartamentos urbanos y casas sin aire acondicionado.

El sistema incluye anuncios públicos que instan a la gente a hidratarse. El mes pasado, Alemania lanzó una nueva campaña contra las muertes por olas de calor inspirada en las ideas francesas.

En Barcelona, España, se ha puesto en marcha otra sencilla iniciativa: pintar los tejados de blanco para que reflejen el sol abrasador.

Los edificios también se ven afectados por las condiciones meteorológicas extremas. En Londres, Reino Unido, la sequía y el calor prolongados están haciendo que los edificios históricos se agrieten y se inclinen, lo que pone de manifiesto la necesidad de una modernización que tenga en cuenta las temperaturas extremas.

¿Cómo protegen otros países a sus ciudadanos contra el calor extremo?

En la India, una fuerte ola de calor en 2010 con temperaturas superiores a 48 °C provocó la muerte de más de 1.300 personas en la ciudad de Ahmedabad. Las autoridades municipales cuentan ahora con un plan de acción contra el calor para concienciar tanto a la población local como al personal sanitario.

Tras una ola de calor de una semana que alcanzó los 41 °C y mató a más de 700 personas en 1995 en Chicago, la ciudad estadounidense elaboró planes de respuesta de emergencia al calor. Entre ellos figura una campaña masiva para alertar a la población por SMS y correo electrónico y poner en contacto a los más vulnerables con la ayuda que puedan necesitar.

Ladd Keith, profesor adjunto de la Universidad de Arizona, cita las alertas Código Rojo por calor extremo de Baltimore como ejemplo de sistema de alerta bien diseñado. Las alertas se activan cuando se prevé un índice de calor de 40,5 °C o más, y ponen en marcha medidas como más servicios sociales en las comunidades más vulnerables a los riesgos del calor.

Otras ciudades de EE. UU., como Los Ángeles, Miami y Phoenix, cuentan ahora con "jefes del calor" para coordinar la planificación y la respuesta en caso de calor peligroso.

Pero lo que funciona en una ciudad puede no ser tan eficaz en otra.

Desigualdades en las ciudades

Según explica Bharat Venkat, profesor asociado de la UCLA y director del Laboratorio de Calor de esta universidad, cada ciudad tiene su propia arquitectura, transporte, distribución y desigualdades, con el objetivo de combatir lo que él denomina "desigualdad térmica".

Durante la mortífera ola de calor de Chicago, la mayoría de las muertes se produjeron en barrios pobres y de mayoría negra, donde muchos ancianos o personas aisladas no gozaban de la ventilación ni el aire acondicionado adecuados. Los cortes de electricidad provocados por una red saturada empeoraron la situación.

Kate Moretti, médico de urgencias en Rhode Island, recuerda que los hospitales de la ciudad atienden a más pacientes cuando llega el calor, debido al aumento de enfermedades que, de primeras, no tendrían que estar relacionadas con el calor, como infartos de miocardio, insuficiencia renal y problemas de salud mental.

"Sin duda notamos que sobrecarga el sistema", afirma Moretti, que señala cómo las personas mayores, las que trabajan al aire libre, las discapacitadas y las personas sin hogar constituyen una gran parte de esos ingresos.

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Klinenberg afirma que, en Estados Unidos, las redes eléctricas vulnerables a la elevada demanda en algunas regiones, junto con las persistentes desigualdades sociales, podrían acarrear graves problemas en las próximas décadas.

Esto se debe en parte a que los problemas sociales subyacentes que hacen que los episodios de calor sean tan mortíferos no hacen más que empeorar. Las muertes ocurridas en Chicago en 1995 se concentraron no sólo en barrios pobres y segregados, sino también en lo que él denomina barrios "degradados", lugares donde es más difícil que la gente se reúna y donde los vínculos sociales se han desgastado.

Los solares vacíos, los restaurantes abandonados y los parques en mal estado hacen que sea menos probable que la gente se vea.

Del mismo modo, en Europa, las personas con discapacidad se han visto desproporcionadamente afectadas por un calor extremo sin precedentes. Esto llevó el mes pasado a Human Rights Watch (HRW) a instar a las autoridades a prestar el apoyo adecuado en el que, según los científicos, es el continente que más rápido se calienta del planeta.

Cómo evitar las muertes relacionadas con el calor

Según Venkat, las ciudades deben abordar la desigualdad invirtiendo en derechos laborales, desarrollo sostenible y más.

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Se trata de soluciones que, de primeras, parecen caras, porque: ¿quién paga, por ejemplo, cuando una ciudad intenta mejorar las condiciones de los trabajadores de los camiones de comida o foodtrucks?. 

Venkat cree no obstante que no hacer nada acabará costando aún más. "El statu quo es en realidad muy caro", afirma, "simplemente no hacemos cuentas".

En Estados Unidos, Robin Bachin, profesora asociada de Historia y directora fundadora de la Oficina de Participación Cívica y Comunitaria de la Universidad de Miami, señala que el Gobierno federal tiene leyes para proteger a la gente en climas fríos de que les corten la calefacción en condiciones peligrosas, pero no tiene algo similar para la refrigeración.

"Para las personas que viven en apartamentos que no están subvencionados públicamente, no existe ningún requisito que obligue a los propietarios a proporcionar aire acondicionado", afirma Bachin. "Eso es increíblemente peligroso, sobre todo para nuestra población local con bajos ingresos, por no hablar de las personas sin vivienda o que trabajan al aire libre".

España ya ha anunciado planes para prohibir el trabajo al aire libre durante los periodos de calor extremo.

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Algunas ciudades europeas han abierto centros públicos de refrigeración, similares a los bancos calientes de invierno.

Los árboles en las calles y los espacios verdes también pueden ayudar. Según estudios recientes, plantar más árboles en las ciudades europeas podría reducir en más de un tercio las muertes por olas de calor.

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