Nuevas normas europeas para acabar con el "lavado de imágen verde"

La Comisión Europea cree que muchas de las afirmaciones de las etiquetas son "vagas" o "engañosas"
La Comisión Europea cree que muchas de las afirmaciones de las etiquetas son "vagas" o "engañosas" Derechos de autor Michal Dyjuk/Copyright 2022 The AP. All rights reserved
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Por Jorge Liboreiro
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La Comisión Europea cree que muchas de las etiquetas verdes contienen información "vaga" o "engañosa".

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De origen natural. Respetuoso con el medio ambiente. 100% orgánico. Libre de crueldad animal.

Estos son algunos ejemplos de las 230 etiquetas medioambientales que hoy en día se pueden encontrar  en productos y servicios que se venden en toda la Unión Europea.

Pero, ¿se puede confiar en todas estas etiquetas?

No exactamente.

Según estimaciones publicadas por la Comisión Europea, alrededor del 53 % de las afirmaciones ambientales realizadas por las empresas contienen información "vaga, engañosa o infundada", mientras que el 40 % son "totalmente infundadas".

El lavado de imágen verde, una estrategia de marketing engañosa utilizada para disfrazar productos bajo una falsa apariencia de neutralidad climática, está muy extendida en todo el bloque. Una gran cantidad de etiquetas, marcas y designaciones confunden a los consumidores y difuminan la línea entre sostenible y contaminante.

La sociedad civil y los activistas han pedido durante años que se tomen medidas más contundentes para acabar con el fenómeno, que se cree que ha aumentado en popularidad y sofisticación a medida que se exacerba la gravedad de la crisis climática.

Con esto en mente, la Comisión Europea ha presentado este miércoles un nuevo conjunto de reglas para obligar a las empresas a respaldar sus afirmaciones ecológicas con evidencia científica creíble.

Las empresas que deseen poner una etiqueta ambiental deberán someterse a un proceso de verificación independiente antes de colocar sus productos en los estantes de los supermercados.

Esta información tendrá que ser de fácil acceso para los consumidores para que puedan entender lo que hay detrás de la cadena de producción. Por ejemplo, a través de un código QR o un enlace a un sitio web.

"Queremos, en primer lugar, que los consumidores obtengan información fiable, que sea consistente y verificable", ha dicho el miércoles Virginijus Sinkevičius, el comisario europeo de medio ambiente, al presentar los planes.

“Queremos etiquetas ambientales que sean más transparentes y, por supuesto, más fáciles de entender”.

'Separar la verdad de la ficción'

La nueva ley no creará una etiqueta unificada en toda la UE ni prohibirá las existentes. En su lugar, armonizará los requisitos que se aplican a los cientos de etiquetas ambientales actualmente en el mercado.

Añadir una etiqueta ambiental seguirá siendo una decisión comercial a discreción de las empresas. Pero si eligen hacerlo explícitamente, deberán seguir las pautas de la directiva.

Aquellos que ignoren las reglas y persistan en sus prácticas de lavado verde estarán en riesgo de sanciones, como multas monetarias, confiscación de ingresos y exclusión temporal de la contratación pública.

"Las empresas utilizan rutinariamente afirmaciones ambientales para comercializar sus productos y, por supuesto, cuando los consumidores ven esas afirmaciones, es extremadamente difícil separar la verdad de la ficción", ha dicho Sinkevičius.

La etiqueta ecológica oficial de la UE se salvará de las normas porque ya cumple con los criterios de verificación de terceros.

La legislación propuesta el miércoles entrará ahora en negociaciones entre los Estados miembros y el Parlamento Europeo antes de entrar en vigor.

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En declaraciones a la prensa, Sinkevičius ha sugerido que "la mayoría" de las etiquetas verdes actualmente sin fundamento desaparecerán después de que se transponga la directiva, pero ha evitado dar un número exacto.

La Oficina Ambiental Europea (EEB) ha recibido la directiva como una "herramienta prometedora para acabar con las afirmaciones engañosas que enturbian las aguas de la sostenibilidad", pero ha lamentado la falta de una prohibición clara de las afirmaciones ecológicas adjuntas a los productos con productos químicos peligrosos.

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