Aunque el concepto perdió parte de su relevancia al final de la Guerra Fría, vuelve a estar de actualidad con el regreso de Donald Trump y la guerra de Ucrania.
¿Regresan las esferas de influencia a la escena internacional? El concepto perdió relevancia al final de la Guerra Fría, pero parece estar recuperando interés con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la guerra en Ucrania.
"La prolongada crisis en Ucrania realmente ha devuelto el concepto a las conversaciones globales sobre geopolítica y seguridad. Y más recientemente, el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha acentuado este concepto", explica a 'Euronews' Iain Ferguson, profesor adjunto de la Escuela Superior de Economía (ESE) de Moscú.
Una esfera de influencia se refiere a un área geográfica que una potencia ha declarado unilateralmente como su espacio exclusivo y sobre la que ejerce un control político, económico y militar. El concepto se definió en la Conferencia de Berlín de 1884-1885, en la que las potencias coloniales europeas se repartieron África.
Sin embargo, ya venía configurando las relaciones internacionales desde mucho antes, cuando Estados Unidos adoptó en 1823 la Doctrina Monroe, que condenaba toda intervención colonial europea en América Latina y del Norte.
Catalizador de conflictos
A Europa le interesa evitar la formación de esferas de influencia exclusivas, afirma Sven Biscop, director del programa Europa en el Mundo del Instituto Egmont. "La amenaza inmediata de una esfera de influencia es que impide a los demás el acceso a los recursos y al comercio. Para Europa, esto es un problema porque somos una economía exportadora y tenemos que importar la mayoría de nuestros recursos", explica el investigador.
En su opinión, una carrera mundial de las grandes potencias por establecer esferas de influencia aumentaría las tensiones geopolíticas y podría desencadenar conflictos. Rusia, China y Estados Unidos quieren ganar terreno. El presidente estadounidense ha amenazado con anexionarse Groenlandia y Canadá, pero se trata de una expansión territorial, no de esferas de influencia, afirma el investigador.
Por su parte, "Rusia intenta establecer una esfera de influencia exclusiva por medios militares y en el extranjero", añade. "China está ganando inteligentemente mucha influencia en el mundo, pero principalmente a través de una estrategia económica y política. Pero esto sólo podría convertirse en una esfera de influencia exclusiva si otros actores, incluida la Unión Europea, abandonaran estos países en favor de China. Pero este no es el caso", prosigue.
Según Sven Biscop, la reaparición de esferas de influencia no se observa por tanto a escala mundial. "Muchos países de África, Asia y América Latina intentan mantener buenas relaciones con varias grandes potencias, como China, Estados Unidos y la UE. Así que, en cierto modo, es exactamente lo contrario de las esferas de influencia exclusivas", explica.
Para la UE, la ampliación es una forma de promover sus valores. Pero, en su opinión, no es una esfera de influencia. "Por supuesto, la ampliación aumenta el poder y la influencia de la Unión Europea. Pero la ampliación no crea una esfera de influencia. Si otro Estado se adhiere a la Unión, forma parte de nosotros. Debería haber una esfera a nuestro alrededor. No sería parte de nosotros", explica.
Las esferas de influencia "han vuelto a la conversación geopolítica en el siglo XXI. Pero es muy difícil ver cómo esto se traduce en una realidad política concreta sobre el terreno", resume Iain Ferguson.