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La exposición prolongada a la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de demencia

Un hombre observa una ciudad llena de niebla tóxica.
Un hombre observa una ciudad llena de niebla tóxica. Derechos de autor  Canva
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Por Gabriela Galvin
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El estudio se suma a un creciente número de pruebas de que el aire sucio podría ser perjudicial para nuestro cerebro. "El organismo no tiene defensas eficaces contra el cóctel de partículas ultrafinas que generamos al aire libre, sobre todo por el tráfico".

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Respirar aire sucio con regularidad podría aumentar el riesgo de demencia con el paso del tiempo, según un amplio estudio reciente. El análisis, publicado en la revista The Lancet Planetary Health, es el mayor estudio realizado hasta la fecha que confirma la conexión entre la contaminación atmosférica y la salud cerebral, aunque sigue habiendo dudas sobre el mecanismo real y el periodo de tiempo en que las personas corren más riesgo.

Unos 57 millones de personas en todo el mundo padecen demencia, que se produce cuando se pierden o dañan las conexiones de las células nerviosas del cerebro. Los científicos han identificado un puñado de factores de riesgo, entre ellos la contaminación atmosférica, pero hasta ahora no sabían qué contaminantes eran los más peligrosos.

Para el nuevo análisis, investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) analizaron los datos de 51 informes que abarcaban a casi 30 millones de personas, la mayoría en países de renta alta.

Encontraron fuertes vínculos entre los riesgos de demencia y la exposición a partículas finas procedentes de fuentes como las emisiones de los coches, las centrales eléctricas y el polvo, así como al dióxido de nitrógeno procedente de la quema de combustibles y al hollín procedente de cosas como los tubos de escape de los coches y la quema de madera.

Estos contaminantes parecen estar más relacionados con la demencia vascular, causada por la reducción del flujo sanguíneo al cerebro, que con la enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, pero esas diferencias pueden no ser significativas. "La contaminación atmosférica no es sólo un problema medioambiental: es una amenaza grave y creciente para la salud de nuestro cerebro", afirma en un comunicado la Dra. Isolde Radford, responsable de políticas de Alzheimer's Research UK.

Los científicos aún no saben si la contaminación atmosférica causa realmente demencia ni cuáles podrían ser las vías biológicas. Pero creen que la contaminación puede causar inflamación y estrés oxidativo -que puede dañar las células y el ADN- en el cerebro, dos factores que se han relacionado con la aparición y progresión de la demencia.

"El organismo no tiene defensas eficaces contra el cóctel de partículas ultrafinas que generamos al aire libre, sobre todo por el tráfico, y en el interior, por ejemplo, al calentar nuestras casas con estufas", afirma en un comunicado Barbara Maher, profesora de magnetismo ambiental de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) que no participó en el estudio.

El análisis tiene algunas limitaciones. Es muy difícil determinar con exactitud a qué contaminantes está expuesta una persona determinada a lo largo del tiempo, cómo interactúan entre sí y cómo afectan a la salud humana.

Este estudio, junto con muchos otros, calculó la exposición de las personas a la contaminación atmosférica en función de su domicilio. Tampoco está claro en qué momento de la vida esta exposición es más importante, aunque los investigadores creen que puede ser un periodo de años o incluso décadas. "Hace mucha falta un enfoque mejor [de la investigación]", afirmó en un comunicado el Dr. Tom Russ, especialista en demencia que investiga la psiquiatría de la vejez en la Universidad de Edimburgo.

"Este artículo responde a la pregunta de si la exposición a la contaminación atmosférica está asociada a la demencia mejor que trabajos anteriores, pero seguimos necesitando mejores investigaciones para aclarar cómo y por qué la contaminación atmosférica podría ser mala para el cerebro", añadió Russ, que no participó en el estudio.

Aun así, los científicos y los grupos que luchan contra la demencia pidieron a los gobiernos que promulgaran normas más estrictas sobre la calidad del aire y tomaran otras medidas para reducir la exposición de la población a la contaminación atmosférica. "Hay que hacer mucho más para hacer frente a esta amenaza invisible", afirmó Radford.

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