Los médicos advierten de que las pruebas caseras del microbioma apenas están reguladas, suelen ser poco fiables y ofrecen poco valor práctico más allá de la curiosidad.
Las pruebas domésticas de la microbiota intestinal están en auge, venden conocimiento a los curiosos, sensación de control a los pacientes crónicos y, a los más preocupados por el bienestar, una supuesta vía hacia la longevidad.
Empresas privadas ofrecen pruebas que cuestan entre 90€ y 460€ o más, y prometen un inventario bacteriano del intestino.
Pero, ¿pueden estas pruebas aportar información útil para la salud?
A medida que más pacientes acuden a consulta con los resultados en la mano, los gastroenterólogos, frustrados, quieren que la gente sepa que estas pruebas tienen límites.
En el intestino hay un mundo del que aún sabemos poco
Dentro de nuestros intestinos, ecosistemas enteros de bacterias nos ayudan a digerir los alimentos, absorber vitaminas clave, combatir la inflamación y mucho más. La investigación muestra que una microbiota intestinal sana puede ayudar a prevenir problemas como la enfermedad hepática y la diabetes, e incluso influir en la salud mental.
La microbiota intestinal es enormemente compleja y nuestra comprensión "está en pañales", dijo el doctor Mark Benson, gastroenterólogo del sistema de salud de la Universidad de Wisconsin-Madison.
"Pero cada vez hay más pruebas de que se producen cambios en la microbiota intestinal asociados a distintas enfermedades, como la diabetes, la enfermedad hepática, la obesidad y la enfermedad inflamatoria intestinal", señaló.
Hay un matiz clave, en muchos casos no está claro si el cambio en la microbiota intestinal es la causa o el efecto de la enfermedad. Además, la microbiota de cada persona es única, como una huella dactilar. Incluso puede variar dentro del propio intestino de una misma persona.
"La mayor parte de la variabilidad entre personas no la comprendemos", dijo el doctor Eamonn Quigley, jefe de gastroenterología y hepatología del Houston Methodist Hospital, que lleva 30 años investigando la microbiota intestinal y los trastornos de interacción intestino-cerebro, como el síndrome del intestino irritable.
¿Cómo funcionan las pruebas de la microbiota intestinal?
En la mayoría de los casos, una prueba de microbiota consiste en tomar una muestra de heces, normalmente con un hisopo o una toallita. Las muestras se envían por correo a un laboratorio para su análisis.
Las empresas entregan después un informe que compara la mezcla de microbios intestinales de la persona con un supuesto ideal o señala dónde hay desequilibrios.
Estas pruebas directas al consumidor no están pensadas para uso clínico ni están reguladas a nivel federal, así que es casi imposible saber cuán fiables son. Cada compañía puede fijar estándares y métodos distintos.
¿Qué pueden hacer los médicos con los resultados?
Los médicos a veces solicitan análisis de heces, pero normalmente buscan problemas concretos, infecciones, inflamación por enfermedades de transmisión alimentaria o por uso de antibióticos, o cáncer.
Cuando los pacientes llegan con resultados de una prueba comprada sin receta, hay poco que aconsejar.
"Si hablas con los pacientes, estas pruebas resultan atractivas. Les gustan. Ofrecen un montón de datos", dijo el doctor Sean Spencer, médico e investigador en la Universidad de Stanford. La frustración de los médicos, añadió, es que faltan herramientas para modificar la microbiota.
Spencer, Quigley y Benson han recibido a pacientes que les llevan resultados de pruebas de microbiota. Pero, según Spencer, los antibióticos y la dieta son en realidad las únicas herramientas probadas que tienen los médicos para modificar la microbiota intestinal.
A veces, las pruebas muestran algún marcador de inflamación intestinal o de función pancreática que puede ser útil, señaló Quigley. Pero, más allá de eso, "para la mayoría, en realidad están tirando el dinero", dijo.
Algunos resultados llegan con propuesta comercial
Las empresas que ofrecen estas pruebas aseguran que no tratan ninguna afección concreta. Pero muchas, cerca del 45 %, según un artículo de marzo de 2024 en 'Science Policy Forum', también venden complementos que recomiendan a sus clientes junto con los resultados.
Una de ellas es Thorne, una compañía de bienestar que vende pruebas de microbiota intestinal e incluye recomendaciones de sus complementos junto a los resultados, además de cambios de estilo de vida.
El director científico Nathan Price afirma que no ve ahí un conflicto de intereses. Los clientes "no están obligados" a comprar nada, dijo, pero muchos buscan soluciones. La prueba de Thorne puede así seguir si los probióticos van cambiando sus resultados con el tiempo.
Los probióticos y otros complementos no están regulados como fármacos por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, lo que deja muchas dudas sobre cuáles funcionan y si siquiera contienen lo que aseguran. La investigación sobre el potencial de los probióticos para tratar varias afecciones crónicas, como la dermatitis atópica, el colesterol alto y el síndrome del intestino irritable, ha arrojado resultados dispares o de impacto limitado.
Otra empresa, Tiny Health, recomienda marcas de suplementos basándose en sus propias pruebas, pero no las vende ni obtiene dinero de marketing de afiliación. Esa era una línea roja importante para la doctora Elisa Song, directora médica de la compañía y pediatra integrativa.
"Dejé muy claro que Tiny Health no debía vender probióticos, porque no debe haber ese conflicto de intereses", dijo Song. "Hay que mantener la ciencia limpia".
No hace falta una prueba para mejorar la salud intestinal
Los médicos coinciden en que hacerse una prueba por curiosidad causa poco perjuicio, pero no es necesario para mejorar la salud intestinal.
"Yo no cambiaría de forma significativa el tratamiento ni tomaría un montón de suplementos caros basándome en estos resultados", dijo Benson.
En su lugar, coma mucha fibra y proteína de origen vegetal. Mejore su sueño. Muévase. Y acuda al médico si presenta síntomas intestinales graves, como heces con sangre, estreñimiento y diarrea persistentes o dolor intenso.
Los investigadores confían en un futuro en el que los tratamientos puedan dirigirse directamente a la microbiota, pero aseguran que ese día aún no ha llegado.