Los expertos calculan que Melissa -que atravesó lentamente la isla de Jamaica antes de dirigirse a las dos naciones de La Española y Cuba- fue un 10% más fuerte debido al ascenso de las temperaturas oceánicas.
Cuando el huracán Melissa arrasó Jamaica la semana pasada, lo hizo como una de las tormentas atlánticas más fuertes que han tocado tierra. Sus vientos alcanzaron los 295 km/h y descargó más de un metro de lluvia en algunas zonas de la isla caribeña, además de en Haití, República Dominicana y Cuba. Un rápido análisis del Imperial College de Londres muestra que el cambio climático provocado por el hombre puede haber hecho que la tormenta fuera más probable y más intensa.
Utilizando un modelo de simulación de tormentas de alta resolución, los científicos del Instituto Grantham del Imperial College de Londres compararon miles de posibles huracanes similares en condiciones climáticas preindustriales, actuales y futuras. Su análisis muestra que una tormenta de la fuerza de Melissa habría sido extremadamente rara en un mundo preindustrial más frío, ocurriendo aproximadamente una vez cada 8.100 años.
En el clima actual, más cálido, esa probabilidad se eleva a una vez cada 1.700 años, lo que hace que un acontecimiento así sea unas cuatro veces más probable. Los investigadores también estiman que el cambio climático actual ha aumentado la velocidad máxima del viento en Melissa en unos 19 km/h. En un mundo dos grados más cálido -el límite máximo establecido por el Acuerdo de París-, las tormentas de este tipo podrían ser unos 26 km/h más fuertes de lo que habrían sido en un mundo preindustrial.
"La temperatura de la superficie del mar en el Caribe es aún más alta de lo normal y sabemos que el cambio climático ha contribuido a ello", afirma Ralf Toumi, director del Instituto Grantham del Imperial College. "También sabemos que los océanos más calientes sustentan tormentas más fuertes, así que hay una conexión directa con el cambio climático".
Cómo los océanos recalentados alimentan a unas tormentas más fuertes
Las tormentas tropicales obtienen su energía de los océanos cálidos. Según la organización medioambiental sin ánimo de lucro Climate Central, la actividad humana los ha calentado más de lo debido. Mares más cálidos significan vientos más fuertes, lluvias más intensas y mayores marejadas ciclónicas.
La rápida intensificación de Melissa se produjo en aguas que estaban entre 1,2ºC y 1,4ºC por encima de la media de octubre, condiciones que son entre 500 y 800 veces más probables debido al cambio climático provocado por el hombre, según la ONG. El aumento del nivel del mar también afecta a las inundaciones costeras, mientras que el aire y el agua más calientes crean precipitaciones más intensas y pesadas, aumentando el riesgo de inundaciones mortales en el interior.
Aunque las condiciones actuales ya se han estudiado, otros investigadores han tratado de situar la fuerza de Melissa en un contexto histórico. En su Substack, el climatólogo Ed Hawkins compartió un análisis histórico de 1903, cuando un huracán de categoría 3 tocó tierra y causó importantes daños en Jamaica. Hawkins reconstruyó la tormenta en un mundo más cálido y simuló las precipitaciones que se produjeron al tocar tierra, comprobando que "las lluvias, ya de por sí intensas, habrían sido aún más intensas".
Este investigador descubrió que la tormenta podría haberse parecido más a Melissa. "Este ejemplo pone de relieve el valor de considerar sucesos reales del pasado y cómo trasladarlos a un clima moderno o futuro más cálido puede darnos ideas útiles sobre cómo el clima extremo causará ahora más daños", escribe Hawkins.
¿Se avecinan más tormentas monstruosas?
El cambio climático no significa necesariamente que haya más huracanes en general, pero es probable que los que se formen sean más fuertes, destructivos y con más probabilidades de intensificarse rápidamente.
Según la ONG Union of Concerned Scientists, solo ha habido dos años desde el inicio de la era de los satélites en 1960 con tres o más huracanes de categoría 5: el récord de 2005, con Emily, Katrina, Rita y Wilma, y ahora 2025, con Erin, Humberto y Melissa. A medida que el planeta se calienta, los expertos advierten que esto podría significar más huracanes monstruosos en el Atlántico como los tres que han azotado hasta ahora este año.
"Los océanos cálidos son un ingrediente clave para los huracanes fuertes", explica Akshay Deoras, investigador del Centro Nacional de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Reading. Según Deoras, la parte del Atlántico donde Melissa se convirtió en uno de los huracanes atlánticos más intensos jamás registrados es como una caldera que se ha dejado encendida demasiado tiempo.
"Las aguas del océano están a unos 30°C, dos o tres grados por encima de lo normal, y el calor es profundo. El cambio climático ha calentado los océanos, dándoles más energía para alimentar tormentas como Melissa de la que habrían tenido hace unas décadas. Esto significa que si Melissa se hubiera producido hace décadas sobre océanos más fríos, no habría podido intensificarse tan rápidamente ni mantener su fuerza", concluye Deoras.