Cumbre del clima: El empujon final

Cumbre del clima: El empujon final
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Por Beatriz Beiras
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Las alertas se multiplican y todos estamos avisados. Una de las más inquietantes tiene nombre exótico, Zachariae Isstrom. Es un enorme glaciar del nordeste de Groenlandia que hasta los años 2000 se mostraba estable, pero que entre 2002 y 2014 ha perdido el 95% de su plataforma flotante. Es decir el glaciar se desintegra y suelta numerosos icebergs que van a aumentar el nivel de los océanos.

También sabemos que los niveles de gases con efecto invernadero han batido otro registro en 2014, esto, avisa la Organización Meteorológica Mundial, quiere decir más temperatura global y más fenómenos extremos, como olas de calor, inundaciones, subida del nivel del mar y mayor acidificación de los océanos.

Nos avisan también los científicos del Earth Institute de la Universidad de Columbia, que las cuencas del Duero y del Ebro figuran entre las más afectadas por la disminución de las nevadas, y por tanto de las reservas de agua, en el hemisferio norte, en el que viven dos mil millones de personas.

Desde el fracaso de la cumbre del clima de Copenhague en 2009, los efectos del cambio climático se han agudizado. En aquella ocasión la Unión Europea se quedó sola, aislada por la complicidad entre EEUU y China. Pero a pesar de ser pionera en el ahorro energético; de haberse comprometido a disminuir en un 40% sus emisiones de CO2 de aquí a 2040, Europa sigue subvencionando, con un coste anual de diez mil millones de euros, la producción de electricidad quemando carbón, el combustible fósil que más CO2 emite.

Sin estas ayudas públicas los precios de la electricidad de las energías renovables serían más competitivos. Pero comienza a haber señales en ese sentido que vienen del propio mercado. Así por ejemplo, el riquísimo fondo soberano de Noruega, que gestiona 800 mil millones de euros, decidió en junio pasado no invertir más en el carbón y vendió sus acciones de la eléctrica alemana RWE. En Alemania el carbón, el lignito y la hulla producen más del 40% de la electricidad del país.

También ha habido cambios en la actitud de los Estados, así China e incluso Arabia Saudí, se han comprometido a reducir sus emisiones ante la ONU. Pero ahora en París se acerca el momento de la verdad, de llegar a un acuerdo vinculante que nos garantice que la temperatura global no aumentará más 2ºC, desde la Revolución industrial ha aumentado 1ºC. Y esta vez el acuerdo tiene que implicar a todos los países del mundo. Esta vez hace falta el empujón final.

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