En un lodazal se amontonan como pueden unos cuatro mil refugiados. Está en las afueras de la localidad de Calais, en el norte de Francia. Le llaman
En un lodazal se amontonan como pueden unos cuatro mil refugiados. Está en las afueras de la localidad de Calais, en el norte de Francia. Le llaman La jungla; está apenas a un par de horas de París.
Las autoridades francesas están dispuestas a evacuar el campo de refugiados sin más demoras. Los refugiados quieren cruzar al Reino Unido. Podrán elegir entre ir a un recién instalado campo de contenedores o pedir asilo en Francia.
La situación se ha degradado con la aparición de grupos organizados de extrema derecha que han llevado una campaña de agresiones contras los inmigrantes sin precedentes. Los inmigrantes también denuncian agresiones policiales.
Algunos refugiados no quieren saber nada de un nuevo campo, prefieren esperar hasta conseguir llegar al Reino Unido. Siguen intentando cruzar clandestinamente el canal de la mancha jugándose la vida en los más de cincuenta kilómetros del Eurotunel.
La población local de Calais ha mostrado su rechazo al campo. Durante meses centenares de voluntarios de diversas asociaciones cívicas han intentado suavizar la crudeza de una vida a la intemperie. La administración francesa explica sobre el terreno con funcionarios de la prefectura que el campo es insostenible
En el nuevo campo formado por contenedores blancos la salida y la entrada se hará por medio del registro de huellas dactilares. Aquí a los refugiados se les impedirá salir por la noche, que es cuando realizan sus intentos de cruzar al Reino Unido. Entrar aquí es para los que se resisten a hacerlo, renunciar a su sueño. El gobierno de François Hollande, presionado por el británico, ha ofrecido asilo a los refugiados que lo soliciten.
Para la voluntaria de acción social Maya Konforti, que trabaja con la ONG francesa L’Auberge des migrants, el nuevo campo no es recomendable: “Les han dicho que se vayan de aquí y que se instalen en el campo de contenedores pero en ese campo de contenedores solo hay una cama, eso es todo. No podrán ni calentarse una taza de te. No tienen un lugar de encuentro, ni de vida social, no hay colegio, ni iglesia, ni de mezquita, no hay nada, absolutamente nada”.
En octubre pasado aumentó la presión de movimientos cívicos y ONG para acabar con las escandalosas condiciones del campo de Calais. En ese momento había seis mil personas. Desde entonces, al menos 2.600 refugiados han salido de Calais en autobuses para ser reubicados.
Los refugiados son trasladados a distintos puntos del hexágono con el objetivo de regularizar su situación e iniciar el difícil camino hacia una inserción definitiva en la sociedad francesa.