Se dispara la tensión diplomática entre la UE y Turquía

Un año después de alcanzar un acuerdo sobre los inmigrantes, las relaciones entre Ankara y la UE atraviesan su peor momento. Tras el intento de golpe de Estado en su contra en julio de 2016, que dio paso a una violenta represión de los opositores, Recep Tayyip Erdogan propuso una reforma constitucional para aumentar sus poderes presidenciales. Adoptada por el Parlamento el 21 de enero, la reforma será sometida a referéndum el próximo 16 de abril.
El voto de los emigrantes será crucial y según muchos analistas, podría determinar el resultado. Conscientes de ello, tanto los partidarios como los detractores de la reforma intentan seducir a la diáspora turca. En Alemania hay cerca de tres millones de turcos, de los que aproximadamente la mitad tienen derecho a votar. En Francia viven unos 650.000 turcos, 320.000 inscritos en el censo electoral. Algo más que en Holanda, donde rondan los 400.000.
La celebración de reuniones y mítines pro Erdogan en varios países europeos y la presencia de políticos turcos aumentó considerablemente la crispación. El rechazo de Holanda y Alemania a concentraciones destinadas a promover el sí al referéndum constitucional ha profundizado la crisis diplomática.
El domingo, el presidente turco acusó el Gobierno de Berlín de recurrir a prácticas nazis: “Cuando el pueblo alemán habla de nazismo y de fascismo, sabe muy bien de lo que habla: pueden dar o negar el permiso a todo lo que quieran y se atreven a llegar muy lejos, por ejemplo al cerrar nuestro consulado.”
Socio imprescindible para Europa desde la crisis migratoria, Bruselas ha pedido a Turquía que evite las “declaraciones excesivas y acciones” que puedan “agravar la situación”. Muchos dirigentes de la UE temen que cortar lazos con Ankara precipite la caída del país en la dictadura.