Oumuamua, el explorador, así se ha bautizado al primer asteroide interestelar

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Por Aurora Velez
Oumuamua, el explorador, así se ha bautizado al primer asteroide interestelar

El cuerpo celeste ha sido bautizado con un nombre hawaiano porque quienes le avistarion fueron los astrónomos de la Universidad de Hawái. Fue el domingo 19 de octubre, mientras escrutaban el vecino infinito, buscando objetos cercanos a la tierra para la NASA, a través del telescopio Pan-Starss 1. Al principio dudaron de si se trataba de un cometa o de un asteroide, pero su extraña trayectoria, les hizo sospechar que el viajero procedía del exterior del sistema solar. Tras confirmar que se trataba de un asteriode lo bautizaron “Oumuamua”: el explorador.

“Durante décadas hemos mantenido la teoría de que tales objetos interestelares están ahí, y ahora, por primera vez, tenemos evidencia directa de que existen”, ha declarado Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misión Científica de la NASA en Washington. “Este descubrimiento histórico está abriendo una nueva oportunidad para estudiar la formación de sistemas solares más allá del nuestro”, ha añadido.

Antes de divulgarlo, los científicos han pasado un mes realizando cálculos y observaciones con otros dos potentes telescopios, entre ellos el del Observatorio Austral Europeo.

¿Qué se sabe de Oumuamua?

Es atípico y alargado, algo muy poco frecuente en los asteroides y cometas de nuestro sistema solar, observados hasta ahora. Se ha dicho de él que se parece a un inmenso cigarrillo de cerca de 400 metros de longitud. Y su color es rojo oscuro.

El 19 de octubre rozó una estrella, por eso cambió de rumbo y se acercó a la tierra. Entró en el sistema solar a 98.000 kilómetros por hora, en una órbita perpendicular a la elíptica, por donde transitan los planetas de la Vía Láctea. La cruzó entre Mercurio y el Sol, el 2 de septiembre. Lo más cerca que pasó de la tierra fue a 24 millones de kilómetros de distancia, a mediados de octubre.

Al equipo de astrónomos, dirigido por Karen Meech del Instituto de Astronomía en Hawai, le llamó la atención su rumbo, pero también su brillo. Meech ha dicho que la “variación inusualmente grande en el brillo significa que el objeto es muy alargado: aproximadamente diez veces más largo que ancho, con una forma compleja y complicada. También encontramos que tenía un color rojizo, similar a los objetos en el sistema solar exterior”. La astónoma ha confirmado que es completamente inerte y no hay el más mínimo rastro de polvo a su alrededor.

¿Había pasado ya por nuestra galaxia?

A juzgar por su trayectoria actual, los especialistas no lo descartan. En esta ocasión se adentró en la Vía Láctea a la altura de Vega. Los astrónomos creen que pasó por allí hace 300.000 años, cuando la estrella de la constelación de Lira, aún no se había formado.

Oumuamua, no tiene dueño. Esa es la otra hipótesis. Los científicos creen que este explorador sideral fue expulsado durante la formación de su sistema estelar, obligado por los grandes planetas del mismo a vagar por el espacio.
En estos momentos se aleja a 130.000 kilómetros por hora, hacia el vecino infinito, dirección Pegaso. Es pues un asteriode filiforme, sin hogar y con rumbo incierto, haciendo honor a su recién estrenado nombre.