La petición de asilo del expresidente peruano Alan García ante la embajada de Uruguay de Lima amenaza con desatar una crisis diplomática en la región. El exmandatario se refugió tras prohibirle la justicia abandonar el país por su supuesta implicación en el caso Odebrecht.
PUBLICIDAD
La rama peruana de la investigación del caso Odebrecht puede desembocar en una crisis diplomática internacional. La petición de asilo del expresidente peruano Alan García en la embajada de Urugay en Lima ha tensado las relaciones entre ambos Gobiernos, además de desatar airadas protestas de ciudadanos frente a las puertas de la legación diplomática.
García, que reside en España y viajó a Perú para declarar como testigo, cruzó su umbral en busca de protección después de que la Justicia le prohibiera salir del país durante 18 meses mientras le investiga por presuntos delitos de colusión agravada y lavado de activos. La Fiscalía le acusa de haber recibido un pago de 100.000 dólares para favorecer a la constructora brasileña Odebrecht en la licitación de las obras del metro de Lima.
El exmandatario lo niega y afirma que está siendo víctima de una persecución política por parte del Ejecutivo que preside Martín Vizcarra, que trataría así de esconder su propia implicación.
El caso Odebrecht es uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia de América Latina y ha sacudido a políticos y gobiernos de varios países de la región. En Perú están imputados los expresidentes Toledo, prófugo en Estados Unidos, y Humala, que pasó nueve meses en la cárcel. También ha salpicado a la líder opositora Keiko Fujimori, que está en prisión preventiva por un periodo de tres años desde el pasado 31 de octubre.