Testimonios de pacientes del COVID-19 contradicen la versión del Gobierno ruso sobre tests masivos

Testimonios de pacientes del COVID-19 contradicen la versión del Gobierno ruso sobre tests masivos
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Por Maria Gorkovskaya
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En las redes sociales, ciudadanos rusos denuncian que han estado esperando los resultados de las pruebas durante semanas e incluso con un diagnóstico confirmado a menudo no reciben el tratamiento necesario debido principalmente a un sistema de salud sobrecargado y a la falta de especialistas.

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Este lunes, Rusia ha superado a Reino Unido e Italia en número de contagios por COVID-19. Según los último datos, ya hay más de 221.300 casos de coronavirus, de los cuales, más de 11.600 se han registrado en las últimas horas.

Mientras la pandemia se expande a marchas forzadas, con el epicentro en Moscú, las autoridades rusas insisten en que estas cifras se deben al gran número de tests que se están realizando.

Sin embargo, en las redes sociales, ciudadanos rusos denuncian que han estado esperando los resultados de las pruebas durante semanas e incluso, con un diagnóstico confirmado, a menudo no reciben el tratamiento necesario debido principalmente a un sistema de salud sobrecargado y a la falta de especialistas.

Euronews ha entrevistado a varios pacientes de coronavirus en Rusia que relatan situaciones de incertidumbre, opacidad y abandono en los hospitales.

"Se disculparon por decir la verdad accidentalmente"

Después de llamar a una ambulancia, tres visitas de personal de la clínica del distrito y 11 días de espera, Inna, madre soltera con dos hijos, intentó que le hicieran un test de coronavirus. Fue imposible. A pesar de la fiebre, el dolor en el omóplato y la dificultad para respirar que persistió durante más de una semana.

"Viste demasiada televisión y te entró el pánico", me dijo el doctor y me aconsejó que bebiera infusiones de agripalma", dice Inna. "Al día siguiente se desató el infierno: no podía mover los ojos - vomité inmediatamente, me sentí como con una intoxicación alcohólica - todo daba vueltas, incluso cuando estaba en la cama".

El médico que la atendió sólo tenía una mascarilla desechable como equipo de protección. Como su colega, que acudió al día siguiente. Según la mujer, este doctor ni siquiera la examinó, pero le recetó un antibiótico. Desde entonces, su condición empeoró.

Cuatro días después, Inna llamó a la clínica y le ofrecieron hacerse una tomografía de sus pulmones. Tuvo que llegar al centro por su cuenta. Después de cuatro horas de espera para la tomografía, el electrocardiograma, la toma de muestras y los análisis de sangre, recibió un diagnóstico: neumonía bilateral, el 25% de cada pulmón estaba afectado.

En caso de resultado "positivo" a la prueba del coronavirus, prometieron contactarla en los próximos dos días. La notificación de la detección del virus la recibió por correo electrónico al séptimo día, seguida de una carta con "disculpas por las molestias causadas por el envío por error de los resultados de la prueba". Pero no por el "error" en el resultado. "Se disculparon por decir la verdad accidentalmente", considera Inna.

"El hisopo llegó a la clínica del distrito sólo el día 11. Pero en 11 días puedes morir". Inna dice que mientras los contagiados como ella esperan a que les hagan una tomografía y luego una prueba, se pueden desarrollan complicaciones letales en forma de neumonía.

El hijo de 14 años de Inna acabó en el hospital también con coronavirus. La familia no pudo obtener ninguna ayuda de los voluntarios de la ciudad. En un centro de atención telefónica del Gobierno de Moscú sobre temas relacionados con la propagación de la infección por coronavirus, Euronews confirmó que "no tienen información sobre el apoyo a las madres solteras que sufren de COVID-19".

Pese a resistirse en un principio, al final Inna aceptó que también requería hospitalización. "Tuve que buscar por mí misma dónde dejar a mi hijo menor. Pero nadie quiere enfermarse, sobre todo porque no se puede sacar al niño del apartamento. Necesitaba a un kamikaze que aceptara vivir en mi apartamento infectado durante 14 días", lamenta.

La siguiente tomografía mostró que el proceso de curación había comenzado, e Inna no fue admitida en el hospital. Se le aconsejó que "aguantara", le dieron una mascarilla desechable y la mandaron de vuelta a casa en taxi.

"Nos tratan a través de WhatsApp"

"Cada vez más empleados se están enfermando. Estamos siendo abandonados por todos, no sólo por nuestros directores, sino también por el Estado. Pero no tengo nada que perder", dice Oksana Bratishcheva, enfermera anestesista del Departamento de Anestesia y Cuidados Intensivos de la 2ª sucursal del Hospital Balashikha Oblast de Moscú.

Todo comenzó el 26 de abril, cuando Oksana publicó en su página de Facebook que no se estaba proporcionando la atención médica necesaria a los empleados con coronavirus.

Según ella, el 6 de abril la misma enfermera y otros dos médicos de su equipo enfermaron. Los síntomas: fiebre, dolores musculares y articulares y una tos seca extraña. Pronto el sentido del olfato desapareció y se les tapó la nariz. Poco antes, habían atendido pacientes sospechosos de coronavirus que habían visitado Francia e India.

Oksana dice que comenzó entonces a alertar a las autoridades. "Me dijeron que me quedara en casa y me tratara y que después de tres días me examinarían. Me quedé en casa durante dos semanas. Ni mis colegas, ni yo hicimos una prueba de coronavirus o un análisis de sangre. El 24 de abril me hicieron una tomografía pulmonar en un centro médico pagado con mi propio dinero".

El resultado de la prueba mostró un 20-25% de infección en las partes bajas de los pulmones en ambos lados, explica. "Los doctores me tomaron una muestra, pero todavía no tengo ninguna respuesta".

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Según ella, hasta la fecha se ha diagnosticado neumonía bilateral en 11 de los 26 médicos de su departamento. Oksana está segura de que esto es una "complicación del virus". Los empleados han recibido tabletas de Plaquenil (un fármaco antipalúdico) en el trabajo y son tratados online y a través de WhatsApp.

Oksana también solo tuvo contacto con un doctor por teléfono: las clínicas están saturadas. "Los pacientes son recibidos por los servicios ambulatorios: llegan con mascarillas y guantes normales, ropa azul desechable, gorros y cubiertas de zapatos", dice. "Al mismo tiempo, los trabajadores de la salud, los que están de alguna manera conectados a la atención médica de Balashikha, no tienen ningún tipo de protección".

El Ministerio de Salud local aseguró a Euronews que el personal del hospital en el que trabaja Oksana "se somete regularmente a pruebas de infección de coronavirus". 

"Todos los trabajadores sanitarios de los demás departamentos del hospital de la provincia de Balashikha, cuando su salud empeora o si muestran signos de infecciones virales respiratorias agudas, se someten a un examen médico completo con el necesario control clínico y de laboratorio", dijo el departamento.

Oksana dice que volver al trabajo después de esta enfermedad es como "ir a la guillotina", y que la dirección ya le ha dejado claro que si es despedida, "es poco probable que pueda ir a otro sitio".

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"Evitaron responder, diciendo que eran ginecólogos y no infectólogos"

Dos meses y medio con fiebre, 23 días en una cama de hospital, la periodista Anna Krylova llegó al hospital a mediados de abril. El diagnóstico fue pleuresía, una infección del aparato respiratorio cuyos síntomas incluyen tos seca.

"No tenía síntomas de coronavirus. El primer resfriado fue probablemente antes de Año Nuevo, luego hizo mucho frío en febrero y marzo. Otro resfriado en marzo con pérdida de voz". Anna dice que las dos primeras pruebas del COVID- 19 a las que se sometió fueron negativas, pero que la tercera dio positivo.

Anna no fue sometida a una tomografía durante toda la primera semana de su estancia en el hospital. 

Dice que todos sus compañeros de habitación tenían el mismo diagnóstico: "neumonía". 

"Nadie sabía si estaba infectado con el coronavirus hasta que se lo llevaban de la habitación. Nadie sabía adónde". Anna dice que luego les llegaron rumores de que los mandaban al hospital de neonatología de Balashikha, reconvertido en una sala de contagiados.

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El 24 de abril, uno de sus compañeros de habitación tenía COVID-19. El 29, también se confirmó el contagio de Anna. Fue transferida a otro lugar. Primero en una sala de examen ginecológico. Ahora está en una sala para pacientes de coronavirus: su vecina tiene neumonía bilateral con un 52% de daño pulmonar. La propia Anna tiene dolor de espalda, debilidad y una temperatura superior a los 38º.

"Las vías deben ser cambiadas cada 8 horas. Y esto no se respeta. Recibí Fluimucil para la tos por vía intravenosa, pero no tuve tos. Hay un botón para llamar a una enfermera, pero puedes esperar mucho tiempo. Me temo que estoy perdiendo el tiempo, que no están haciendo todo lo que necesito, que el tratamiento es demasiado parcial. Espero un milagro y una cura".

Anna dice que uno de las pacientes, una de las enfermeras que trabajaba allí, decidió irse del hospital "en busca de un tratamiento más eficaz". Según ella, la dinámica del tratamiento no fue supervisada durante los 11 días que pasó en el hospital. 

Durante este tiempo, nunca se le hizo una tomografía computarizada y cuando explicó que se sentía cada vez peor pidiendo más tratamiento, los médicos "simplemente se encogieron de hombros y evitaron responder, diciendo que eran ginecólogos y no infectólogos".

La dirección del hospital confirmó a Euronews que hay un problema de escasez de especialistas.

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"De hecho, nuestra principal columna vertebral son los obstetras-ginecólogos, neonatólogos. Hay varios especialistas que han venido a nosotros, pero no son suficientes, al igual que no hay suficientes enfermeras. Solo hay dos para 60-70 pacientes", dice Denis Aksenov, jefe del departamento de neonatología. 

"Con suerte algo se decidirá, pero cuándo no puedo saberlo."

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