El aceite de rosas: de negocio redondo a problema mayúsculo en Bulgaria

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Los productores y recolectores piden ayuda al Gobierno para hacer frente a la sobreproducción de un artículo que en pocos años ha sufrido un importante desplome.

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En el centro de Bulgaria, entre las ciudades de Kazanlak y Karlovo, destaca por su colorido y belleza un impresionante valle de rosas. En los meses de mayo y junio, el país rinde tributo a esta flor, su símbolo nacional, con un sinfín de festivales donde la rosa es la protagonista. Otro gran protagonista es su aceite, el aceite de rosas, que requiere de mucho trabajo y muchos trabajadores para su extracción. 

Y es que el procedimiento es largo y arduo. Se necesitan unas tres toneladas de pétalos de rosa para extraer un solo kilo de aceite de rosas, lo que se traduce en entre 200 y 400 recolectores trabajando cada día estos campo. Les pagan 40 céntimos por bolsa de pétalos.

Los precios y los sueldos de todo el sector alcanzaron su máximo histórico hace cinco años. Un kilo de aceite de rosa se cotizaba entonces a 12.000 euros, lo que llevó a los agricultores a sembrar cada vez más rosas. Finalmente, la burbuja estalló. 

Sobreproducción e imposibilidad de competir

Desde entonces, la industria de la rosa en Bulgaria lleva años sufriendo la caída de los precios, con una sobreproducción más que preocupante. Se supone que las nuevas subvenciones gubernamentales deberían mantener el sector a flote, pero tanto los agricultores como los propietarios de las destilerías coinciden: 15 céntimos el kilo es muy poco. Los productores búlgaros están dejando de ser competitivos.

"Los principales competidores de Bulgaria son Turquía, Marruecos e Irán, y los tres producen un aceite de rosas mucho más barato", recuerda el productor Philip Lissicharov. "Hay que encontrar el equilibrio adecuado entre los intereses de los agricultores que buscan un precio justo y los de los productores de aceite que quieren seguir siendo competitivos".

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El aceite de rosas es un producto tradicional que se produce en Bulgaria desde hace siglos. Los productores confían en que una mayor investigación sobre posibles nuevas aplicaciones pueda ayudar al sector. "El aceite de rosas se utiliza principalmente en perfumería y cosmética", explica Lissicharov, "pero podría utilizarse en la industria farmacéutica o alimentaria. Necesitamos investigación patrocinada por el Gobierno para aprobar estas nuevas aplicaciones".

El aceite de lavanda es otro producto de lujo que corre la misma suerte. Tras unos años de auge, sus precios se están desplomando, hasta el punto de que los agricultores están abandonando sus campos porque, simple y llanamente, no es rentable seguir trabajándolos.

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