El ‘vertedero de la muerte’

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Por Hans von der BrelieEuronews
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El vertedero está al límite de su capacidad y debería haberse cerrado hace tiempo, pero los camiones cargados de residuos de la ciudad bosnia siguen yendo y viniendo. Junto a un ciudadano que vive en la zona, un periodista de Euronews se adentra en el terreno que ocupa la temida ‘montaña de basura'.

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Cerca de Mostar, el periodista Hans von der Brelie asiste a la ‘espeluznante’ danza de un sinfín de partículas de plástico en el frío aire otoñal que se respira en tierras bosnias. Las fuertes rachas de viento, preludio de una tormenta eléctrica, provocan ‘remolinos’ de polvo cargado de partículas peligrosas para la salud. Al acercarse, el reportero de Euronews distingue una multitud de pájaros, que se unen a la aterradora y tenebrosa obra que se escenifica sobre Uborak. Las aguas negruzcas que se filtran desde el vertedero exhalan un fuerte hedor.

Uborak, para los ciudadanos que viven cerca, suena a cáncer, veneno, malformaciones fetales y enfermedades mortales.

Uborak es el controvertido vertedero cercano a Mostar, en Bosnia-Herzegovina. El vertedero está al límite de su capacidad y debería haberse cerrado hace tiempo, pero los camiones cargados de residuos de la ciudad bosnia siguen yendo y viniendo.

Junto a Omer, un ciudadano que vive en la zona, el periodista de Euronews se adentra en los terrenos que ocupa la temida ‘montaña de basura’. Omer quiere tomar otra muestra de las aguas negruzcas que rezuman del ‘vertedero de la muerte’, como se conoce al basurero en la zona.

En sus orígenes era un vertedero ‘no oficial’ utilizado por el Ejército en la década de 1960. Algunos años después, fue cedido a la ciudad de Mostar. Se encuentra situado sobre un sumidero cárstico que se comunica con las aguas subterráneas. Omer explica al periodista que ha visto cuerpos de ovejas y residuos médicos tóxicos que fueron arrojados al vertedero, así como lodos contaminados con gran cantidad de policlorobifenilos (PCB), procedentes del sistema de alcantarillado de la ciudad.

El reportero se pregunta si debería mantener el nombre de ‘vertedero de la muerte’, acuñado por los habitantes de las poblaciones vecinas al lugar. Le parece un poco exagerado. Pero, entonces, Omer le presenta a Nasuf. Tras compartir una taza de café caliente, y de intenso sabor, Nasuf lleva a Hans al cementerio, cercano al vertedero. Ambos se acercan a una tumba en la que está escrito con letras doradas: Vahid 1959/2017.

"Nos divertíamos mucho juntos", le cuenta Nasuf después de unos momentos de ‘oración en silencio’. "Vivía en la misma calle, bebíamos rakia, nos reuníamos y cenábamos juntos" ¡disfrutábamos de la vida!". El cáncer se llevó a Vahid. Se llevó la vida de su ‘hermano’, la vida del padre de Nasuf y, también la de muchos otros vecinos. "Esta pequeña población tiene apenas 140 hogares", señala Nasuf, al tiempo que rememora la trágica relación con la muerte. En los últimos 10 años, catorce vecinos han fallecido debido al cáncer en esta localidad", recuerda.

Más tarde, Omer muestra a Hans los resultados de las muestras de aguas negruzcas que ha mandado a analizar al laboratorio. "Son horribles", me advierte Omer. "Muestran una enorme contaminación con cobre, plomo y zinc. Pero lo más preocupante es el alto porcentaje de arsénico que contienen. ¡Supera en cien veces el índice máximo permitido por la ley!

¿Quién es el responsable de todo esto? ¿Por qué todavía no se ha encontrado otra ubicación para el vertedero? ¿Cuál es la razón para no rehabilitar el ‘monstruoso basurero’ plagado de fugas de agua contaminada?

Mostar es una ciudad gobernada, desde hace décadas, por nacionalistas croatas y bosnios. Los dirigentes de las diferentes formaciones políticas instaladas en el poder han colocado a personas de su confianza en las cinco empresas que se encargan de la gestión de los residuos. Los habitantes de la zona lo definen como una ‘mafia de los residuos’.

El alcalde de la ciudad "no tiene tiempo para una entrevista", explican al periodista algunos de los miembros del equipo de la máxima autoridad municipal. Así que, en su lugar, el reportero decide reunirse con Amna Popovac. La activista ecologista se presentó a las elecciones municipales y perdió por unos pocos votos. Fue "debido al fraude electoral" asegura Popovac.

La activista culpa a los partidos etnonacionalistas de Mostar de ser responsables del ‘escándalo de los residuos’. Los dos principales partidos financiaban sus campañas electorales con publicidad falsa sobre la gestión de residuos, explica Amna Popovac a Hans. "Los partidos gobernantes están utilizando las empresas de gestión de residuos como si fueran sus cajas de ahorros", señala. "Si se realizara una inspección financiera minuciosa, alguien terminaría en la cárcel", concluye Popovac.

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