Human Rights Watch acusaba este mes a Frontex de estar apoyando con drones a las fuerzas libias para localizar e interceptar con ellos embarcaciones de migrantes.
Las acusaciones a Libia de estar llevando a cabo torturas y violaciones a migrantes no cesan. A pesar de las imagenes difundidas el pasado mes de mayo por el Gobierno del país africano, en las que se mostraba un trato humano a los detenidos, la situación, denuncian desde numerosas oenegés, no ha cambiado.
Personas como Mohamed Noor, ciudadano de Daraa, Siria, aseguran saber de lo que hablan. Los crímenes de Libia son un hecho:
"Ahora tengo el pie malherido porque tuve que nadar desde un barco de Zawiya", cuenta Mohamed, "porque no podía ser visto por los guardacostas libios, las milicias libias, esos criminales. Si nos hubieran visto nos habrían cogido, nos habrían detenido y podrían habernos matado. El año pasado ví como los guardacostas libios mataban a varias personas, quizás siete u ocho, de nacionalidades africanas. Los mataron".
Aunque el número ha ido a menos este año, el flujo de personas refugiadas que llegan a Europa sigue siendo constante. A pesar de las numerosas pero difícilmente verificables quejas de los migrantes, la Unión Europea parece no obstante hacer oídos sordos, pues la cooperación con Trípoli continúa.
A principios de agosto, Human Rights Watch acusaba a la agencia europea de fronteras, Frontex, de estar apoyando con drones a las fuerzas libias para localizar e interceptar con ellos embarcaciones de migrantes. El dinero europeo, denuncia la oenegé, financia la tortura en Libia.