Los militares han advertido que sacarán por la fuerza a quienes se resistan a marcharse ante el peligro al que se exponen. Los evacuados no lo tienen nada fácil para empezar una nueva vida.
Angustia y pesar entre los más de 300 vecinos de Colonia Guillén, al noreste de Tegucigalpa, capital de Honduras. Se han visto obligados a abandonar sus hogares, derrumbados por los fuertes aguaceros y deslizamientos de tierras de las últimas semanas.
Sin techo ni electricidad
Ante la firme resistencia de algunos a dejar toda su vida atrás, la compañía eléctrica cortó el suministro. Los militares advertían además a las familias que si se negaban a marcharse, tendrían que sacarlas por la fuerza de sus casas ante el peligro al que se exponían.
Yarlen Lorenzo es empleado del ayuntamiento:
"Ustedes pueden ver las aguas negras han rompido los dragantes. Es una zona deshabilitada. Ahora hay que ubicar a estas personas en otro lado, ya que los anteriores administradores que han estado tanto como de gobierno, tanto como alcaldía, han visto a tanta gente como nada. Y ahora se está viendo lo real".
En total, casi 500 viviendas han quedado en ruinas. Para Yolanda Moncada, lo que más duele, sin embargo, es la separación:
"Nosotros ya estamos evacuando todo, ya cada quien agarrando por su lado, las familias abrazándonos, despidiéndonos, aquí ha sido una sola lloradera porque nos vamos a separar".
Cómo empezar una nueva vida
Además se enfrentan al difícil reto de empezar una nueva vida, como cuenta Angelina Hernández.
"Tenemos que buscar donde vivir y lo peor es que no se encuentran ni casas y para irse a esos albergues es muy difícil".
En lo que va de año, más de diez personas ha muerto en el país por las fuertes lluvias que se prolongan normalmente de mayo a noviembre. La capital es una de las zonas más vulnerables. En sus partes más altas, propensas a corrimientos de tierra, viven los más humildes.