Los empleados que se hicieron con el control de la empresa cuando el grupo agroalimentario fue vendido a un fondo de inversión hace un año, están orgullosos de su cooperativa que han sacado adelante a pesar de la batalla legal y el aumento de los precios y la energía.
1336 días de lucha y el aroma de la victoria. Estas bolsitas de té encierran la historia de un combate contra la deslocalización. Los trabajadores de esta cooperativa a las afueras de Marsella se hicieron con el control de esta fábrica cuando la multinacional Unilever anunció en 2010 su traslado a Polonia. Ahí comenzó una larga batalla legal para retomar la actividad en forma de cooperativa.
"La lucha de esta cooperativa tiene que ver con la búsqueda de una sociedad en la que las personas cuenten como personas encargadas de hacer que la empresa viva y que no sean accionistas, pues no enfo camos las cosas de la misma manera", explica Marie-Claire Amato, voluntaria de Scop-ti.
Los empleados que se hicieron con el control de la empresa cuando el grupo agroalimentario fue vendido a un fondo de inversión hace un año, están orgullosos de su cooperativa que han sacado adelante a pesar de la batalla legal y el aumento de los precios y la energía.