En una región asolada por conflictos, el Papa Francisco alzó la voz en favor de la paz, llevando esperanza a comunidades marginadas y tendiendo la mano a las víctimas y las personas olvidadas de diferentes creencias.
Desde el inicio de su papado, Francisco concedió especial importancia a las relaciones entre cristianos y musulmanes, y alentó a la convivencia entre comunidades. El pontífice nunca dejó de instar a la apertura interreligiosa y a los encuentros entre personas. Su influencia se ha hecho patente en tres momentos clave en Gaza, Irak y Siria.
Durante los últimos meses de su vida, el Papa Francisco realizó llamadas nocturnas a la única iglesia católica de la Franja de Gaza, tratando de comprobar cómo se encontraban quienes se refugiaban en su interior de los bombardeos. Este sencillo ritual tuvo un profundo impacto en la minoría cristiana de Gaza, y muchos le veían como un "padre espiritual" que estuvo a su lado durante uno de los momentos más duros de su historia.
En su última aparición pública, pidió un alto el fuego inmediato entre Israel y Hamás. En su mensaje de Pascua, dijo: "Mis pensamientos están con el pueblo de Gaza y pienso especialmente en su comunidad cristiana, en medio de un conflicto que sigue dejando muerte y destrucción, ahondando una dolorosa tragedia humana".
Con la reciente reanudación de la guerra y la imposición por parte de Israel de un cierre total para bloquear la ayuda, el Papa advirtió de una catástrofe humanitaria e hizo un llamamiento: "Paren los combates, liberen a los rehenes, ayuden a los hambrientos". Las palabras del Papa llegaron al corazón de quienes le conocieron, como la palestina Suheir Anastas, que se refugió en la iglesia durante la guerra y se reunió con él más tarde en Roma. Ella describió el encuentro como "increíble", a pesar de sus sentimientos de tristeza. "Sé que no pudo detener el genocidio", dijo. "Pero no sé quién puede hacerlo", añadió.
Irak: Una visita histórica en 2021
En 2021, el Papa Francisco visitó Irak, la primera visita papal al país, entre escenas de devastación dejadas por años de conflicto y el desplazamiento de cristianos tras la invasión del autodenominado Estado Islámico (EI). Su visita fue una luz en un largo túnel de desplazamientos y violencia sectaria.
En la ciudad de Mosul, que vivió algunos de los peores combates con el Estado Islámico, el obispo Najib Mikhail describió la visita como una "ceremonia nupcial para el pueblo de Mosul", mientras que el sacerdote de la catedral de San José de Bagdad, Nazir Dako, recordó cómo les dio esperanza tras años de desesperación.
"Su presencia creó entre los iraquíes la determinación de apoyar a los cristianos", dijo Dako, explicando que el momento de conocer al Papa dio a los cristianos iraquíes un sentimiento de pertenencia y respeto tras las oleadas de violencia que les afectaron.
Siria: "La sangre de los niños es responsabilidad de todos"
Desde el inicio de la guerra en Siria, el Papa Francisco ha sido una excepción en el tratamiento vaticano de la cuestión siria, yendo más allá de la tradicional neutralidad con llamamientos públicos y explícitos contra la guerra. En 2013, ante la escalada de las amenazas estadounidenses de ataques aéreos, el Papa convocó una jornada internacional de oración y ayuno por Siria, diciendo: "No a la guerra... La guerra engendra guerra, y la violencia engendra violencia".
En un notable movimiento simbólico en 2016, el Papa Francisco escoltó a 12 refugiados sirios desde la isla de Lesbos hasta el Vaticano, en un mensaje de desafío contra el discurso del odio y el miedo a los refugiados. A lo largo de los años de guerra, Siria no ha estado ausente de sus homilías, en las que ha seguido recordando lo que ha calificado de "tragedia olvidada", además de apelar a las conciencias diciendo que "la sangre de los niños sirios es responsabilidad de todos", y pidiendo una solución política justa que ponga fin a la tragedia de millones de personas.
Con los recientes cambios políticos en Siria, tras la caída del régimen de Bashar Al Assad y el ascenso al poder del HTS, el Papa pidió una transición responsable que promueva la unidad nacional y ponga fin al estado de conflicto y división, llamando a los grupos religiosos a caminar juntos por el "bien de la nación".