Los expertos han revelado cómo los fenómenos meteorológicos extremos ya están reconfigurando el panorama económico europeo. Causaron pérdidas económicas a corto plazo de al menos 43.000 millones de euros este año.
Las condiciones meteorológicas extremas de este verano harán mella en la economía de la UE por valor de 126.000 millones de euros de aquí a 2029, según un nuevo estudio. La pesquisa, dirigida por Sehrish Usman, de la Universidad de Mannheim, en colaboración con economistas del Banco Central Europeo (BCE), revela que las olas de calor, sequías e inundaciones afectaron a una cuarta parte de las regiones de la UE en el verano de 2025.
Estos fenómenos meteorológicos extremos causaron pérdidas económicas a corto plazo de al menos 43.000 millones de euros este año, y se prevé que los costes totales aumenten hasta 126.000 millones de euros en 2029. Según el estudio, las pérdidas inmediatas ascendieron al 0,26% de la producción económica de la UE en 2024.
"Los verdaderos costes de las condiciones meteorológicas extremas salen a la superficie con lentitud porque estos fenómenos afectan a las vidas y los medios de subsistencia a través de una amplia gama de canales que van más allá del impacto inicial. Las estimaciones oficiales suelen retrasarse", explica Usman.
"Nuestro marco utiliza datos actualizados y pruebas recién publicadas de los impactos regionales de nuestro estudio anterior para proporcionar estimaciones oportunas de cómo los eventos extremos en el verano de 2025 afectaron a la actividad económica", añade.
Este análisis aún no se ha sometido a la pertinente revisión por pares, pero se basa en las relaciones entre los datos meteorológicos y económicos publicados en otro estudio académico a principios de este mes.
Los costes ocultos pueden multiplicarse con el tiempo
A diferencia de las estimaciones tradicionales, que se centran únicamente en la destrucción de infraestructuras o edificios, este estudio intenta tener en cuenta los costes ocultos que se multiplican y se extienden a lo largo del tiempo. Esto incluye la pérdida de ingresos por turismo, el impacto en la productividad o la interrupción de la cadena de suministro.
En total, 96 regiones sufrieron olas de calor, 195 sequías y 53 inundaciones. Cada tipo de fenómeno meteorológico extremo afecta a la actividad económica de forma diferente. La sequía afecta principalmente a la agricultura, devastando las cosechas cuando es prolongada y causando problemas a las cadenas de suministro y a los agricultores.
El calor reduce la productividad, especialmente en los sectores de la construcción y la hostelería. Las altas temperaturas reducen el número de horas que pueden trabajar los albañiles, por ejemplo. Según un análisis de World Weather Attribution (WWA), se estima que el cambio climático provocado por el hombre ha triplicado el número de muertos en 12 grandes ciudades a causa de las olas de calor de junio de este año.
Las inundaciones causan daños directos en infraestructuras y edificios, pero también provocan pérdidas económicas indirectas por problemas que pueden persistir durante meses, como la interrupción de las cadenas de suministro. Si una fábrica queda destruida por las inundaciones, por ejemplo, los costes incluyen la reconstrucción, pero también la pérdida de producción hasta que se reconstruya.
¿Qué país sufrió el mayor impacto económico?
Los países mediterráneos pagaron el precio más alto. En los países del sur de Europa, como España, Italia, Portugal, el sur de Francia y Grecia, hay más riesgo de sequía y olas de calor. Italia sufrió el golpe económico más duro, con unas pérdidas previstas de 11.900 millones de euros en 2025, que se elevarán a 34.200 millones en 2029. Francia le seguía de cerca, con 10.100 millones de euros en daños inmediatos y 33.900 millones antes del final de la década.
España fue uno de los países más afectados en los que los investigadores identificaron los tres tipos de fenómenos meteorológicos extremos. Sus pérdidas totales estimadas fueron de 12.200 millones de euros en 2025 y serán de 34.800 millones en 2029.
Las economías más pequeñas, como Malta, Chipre y Bulgaria, son especialmente vulnerables. Aunque sus pérdidas totales son menores, representan una parte mucho mayor de la capacidad económica de estos países. Cada uno de ellos experimentó pérdidas a corto plazo que ascendieron a más del 1% de su valor añadido bruto (VAB), una medida similar al PIB que muestra cuánto valor crea una economía.
Aunque los daños son menores en países del norte y centro de Europa como Dinamarca, Suecia y Alemania, la frecuencia y magnitud de los fenómenos meteorológicos extremos, especialmente las inundaciones, van en aumento. Los autores del estudio advierten de que en Alemania, por ejemplo, las pérdidas relativas pueden ser pequeñas debido al tamaño de su economía, pero las absolutas "no son insignificantes".
En total, los costes inmediatos de los fenómenos meteorológicos extremos de este verano ascendieron al 0,26% de la producción económica de la UE en 2024. Para 2029, esa cifra se eleva al 0,78%, lo que supone una "pérdida potencial económicamente significativa", afirman los investigadores.
El daño económico real podría ser mayor de lo previsto
Los autores del estudio subrayan que estas estimaciones son probablemente conservadoras y podrían ser la punta del iceberg de los costes climáticos en Europa este verano.
No se han tenido en cuenta los efectos combinados de fenómenos extremos simultáneos, como olas de calor y sequías. Tampoco incluyen riesgos como los incendios forestales, que este año han batido récords en toda Europa, o los daños causados por el granizo y el viento de las tormentas.
Los costes de estas catástrofes climáticas, advierten, "superan con creces las simples medidas de daños y destrucción", que cubren los daños a los activos físicos que suelen utilizar las aseguradoras. Los investigadores afirman que el estudio deja claro que el clima extremo ya no es una amenaza lejana; ya está condicionando el desarrollo económico de Europa.
"Disponer de estimaciones oportunas de su impacto ayuda a los responsables políticos a orientar las ayudas y adaptar las estrategias cuando los efectos de los fenómenos extremos aún están desarrollándose", afirma Usman.
Además de una reducción urgente de las emisiones, piden que se invierta más en la adaptación al clima, como la protección contra el calor en las ciudades o la mejora de las políticas de gestión del agua. Pero también señalan que las propias medidas de adaptación son costosas y no siempre el uso más productivo de los fondos públicos, y que se necesitan análisis económicos más precisos para diseñar políticas que sean eficaces y socialmente equitativas.