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El lenguaje de la ONU sobre los riesgos del cambio climático erosiona la confianza en la ciencia

Jóvenes manifestantes marchan con una pancarta que dice "No hay planeta B", durante una huelga estudiantil por el clima, como parte del movimiento Fridays for Future.
Jóvenes manifestantes marchan portando una pancarta con el lema "No hay planeta B" durante una huelga por el clima de escolares, como parte del movimiento Fridays for Future. Derechos de autor  Copyright 2019 The Associated Press. All rights reserved.
Derechos de autor Copyright 2019 The Associated Press. All rights reserved.
Por Liam Gilliver
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Los investigadores advierten de que el lenguaje actual sobre el cambio climático puede facilitar la difusión de desinformación.

El lenguaje de la ONU sobre los riesgos del cambio climático puede estar confundiendo a la ciudadanía y alimentando la información errónea.

Un nuevo estudio de la Universidad de Essex, que encuestó a más de 4.000 residentes en el Reino Unido, halló que ciertas palabras empleadas por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) hacen pensar al público que los científicos están "divididos" y que las predicciones son "extremas o inverosímiles".

La investigación, publicada en 'Nature Climate Change', sostiene que el IPCC, establecido para ofrecer a los responsables políticos evaluaciones científicas neutrales y periódicas sobre el cambio climático, su impacto y los posibles riesgos futuros, podría estar erosionando de forma involuntaria la confianza pública en la ciencia por su manera de formular algunos conceptos.

Cómo el lenguaje sobre el clima moldea la percepción pública

El IPCC usa los términos "improbable" o "la probabilidad es baja" para sucesos como un aumento del nivel del mar, de gran magnitud, donde hay menos del 33 por ciento de posibilidades de que ocurra.

La profesora Marie Juanchich, del Departamento de Psicología, constató que esto presenta los resultados de forma negativa y se asocia a frases que la gente usa en la conversación cotidiana cuando discrepa o duda de la veracidad de lo que ha oído.

Como consecuencia, escuchar "improbable" llevó a los participantes del estudio a pensar que los científicos del clima discrepan entre sí, incluso cuando no es así.

El riesgo de la información errónea sobre el cambio climático

Esta interpretación equivocada puede facilitar la difusión de información errónea sobre el clima, y el estudio concluye que atraviesa orientaciones políticas y creencias sobre el cambio climático.

Conviene recordar que la información errónea es información falsa o fuera de contexto que alguien presenta como un hecho. No es lo mismo que desinformación, que es falsa de forma deliberada y pretende engañar a su audiencia.

¿Pueden pequeños cambios en el lenguaje mejorar la comprensión pública?

En ocho experimentos, Juanchich comprobó que pequeños cambios de redacción, como decir 'hay una pequeña probabilidad', centran la atención en por qué algo podría ocurrir y aumentan la confianza en las predicciones.

"Aunque es un cambio simple en la redacción, puede marcar una gran diferencia, ya que muchos sucesos de baja probabilidad pueden tener impactos graves", añade.

"Una probabilidad del 20 por ciento de un aumento extremo del nivel del mar o de episodios de precipitaciones extremasno es algo que las comunidades puedan permitirse ignorar. Sin embargo, calificar estos sucesos de 'improbables' puede hacer que la ciudadanía sea menos consciente del riesgo y menos proclive a apoyar acciones que reduzcan o preparen frente a la amenaza del cambio climático."

Un llamamiento a una comunicación más clara

Juanchich elogia al IPCC por sintetizar la investigación mundial sobre el cambio climático para "informar mejor la acción climática".

No obstante, el estudio sostiene que las conclusiones recogidas en estos informes se presentan de manera que comunican sus "altos estándares científicos y el acuerdo de los científicos del clima sobre esas estimaciones".

"Tenemos que unirnos para afrontar el cambio climático, pese a las divisiones políticas y al auge del populismo que están frenando los esfuerzos de reducción del CO2", añade Juanchich. "No hay un planeta B".

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