En 1951, seis países europeos se unieron para crear un mercado común del carbón y el acero, introduciendo la idea de la supranacionalidad.
La Unión Europea que hoy conocemos se forjó a base de carbón y acero, en un sentido casi literal de la expresión.
A principios de la década de 1950, el continente buscaba desesperadamente una certeza para evitar un nuevo conflicto armado. Tras sufrir la devastación y desastre de dos guerras mundiales, Europa sabía que no podía permitirse una tercera.
Robert Schuman, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Francia, tuvo una idea que cambiaría Europa: Francia y Alemania Occidental, tradicionalmente rivales, deberían combinar sus producciones de carbón y acero.
Al fusionar estas industrias, imprescindibles en una guerra, un enfrentamiento sería "materialmente imposible" y allanaría el camino hacia una Europa pacífica y unida.
"Europa no se hará de golpe, ni según una única propuesta. Se construirá mediante hechos concretos que crearán una solidaridad de facto.", dijo Schuman en mayo de 1950.
Casi un año después, Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo crearon la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).
Los seis países construyeron gradualmente un mercado conjunto y sin fisuras del carbón y el acero en el que se suprimieron los derechos de aduana y las subvenciones, mientras que los cárteles y las fusiones se sometieron a normas comunes.
Pero el mayor logro de la comunidad no fue económico sino político: la CECA contribuyó a introducir el novedoso concepto de supranacionalidad, fundamento de la UE que conocemos hoy.
Vea el vídeo de arriba para saber más sobre la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.