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Los países europeos donde los mayores se sienten más solos: así impacta la soledad en la vejez en Europa

Una mujer mira por la ventana.
Una mujer mira por la ventana. Derechos de autor  Canva
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Por Gabriela Galvin
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Según un nuevo estudio, los países difieren en cuanto a la soledad de las personas mayores en comparación con las de mediana edad.

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Los europeos pueden esperar sentirse más solos a medida que envejecen, pero los estadounidenses podrían enfrentarse a su mayor parón social en la mediana edad, según sugiere una nueva investigación.

La soledad se ha convertido en un importante problema de salud pública que aumenta el riesgo de todo tipo de enfermedades, desde la depresión y la diabetes de tipo 2 hasta la demencia y el ictus. Pero a menudo se considera un problema que afecta a los más jóvenes y a los mayores, y a veces se pasa por alto a la población de mediana edad.

Para el nuevo estudio, los investigadores midieron los niveles de soledad de más de 64.000 personas de entre 50 y 90 años de 29 países, la mayoría de ellos europeos. Utilizaron una escala de soledad que tenía en cuenta la frecuencia con la que las personas sentían que les faltaba compañía, se sentían excluidas o socialmente aisladas.

Los adultos de mediana y avanzada edad se sentían más solos en Chipre y Grecia, según el estudio publicado en la revista 'Aging & Mental Health'. Se sentían menos solos en Dinamarca, Suiza y Austria. En todos los países, las personas tendían a sentirse más solas a medida que envejecían, pero el grado de soledad dependía de su lugar de residencia: en Bulgaria y Letonia se registraban los mayores aumentos con la edad.

En todas las edades, la soledad estaba relacionada con no trabajar, no estar casado, estar deprimido o tener mala salud, pero la importancia de estos factores dependía del país y del grupo de edad.

En Estados Unidos, por ejemplo, no tener trabajo estaba estrechamente relacionado con la soledad en la mediana edad. Era el único país en el que las personas de mediana edad se sentían más solas que las generaciones mayores, la misma tendencia se observó en los Países Bajos, pero el informe señaló limitaciones en los datos que hacen que esa asociación sea menos segura.

Una señal para buscar más contactos

Según los investigadores, las diferencias entre países y grupos de edad sugieren que la soledad no es sólo una consecuencia natural del envejecimiento, sino que probablemente esté ligada a factores sociales más amplios, como el trabajo y los cuidados.

"Nuestros resultados demuestran que la soledad no es sólo un problema de la tercera edad", afirmó en un comunicado Esteban Calvo, decano de la Universidad Mayor de Chile y autor principal del estudio. "Un enfoque único no resolverá este problema mundial", añadió Calvo.

El informe tiene algunas limitaciones, sobre todo que los datos se recopilaron antes de la pandemia de COVID-19 y que los índices de respuesta fueron bajos en algunos países, lo que significa que los resultados pueden no ser totalmente representativos.

Tampoco se han investigado los factores que, según el informe, están relacionados con la soledad. Por ejemplo, una persona soltera puede estar divorciada, viuda o no haberse casado nunca, mientras que una persona sin trabajo puede estar desempleada o jubilada, y estas distinciones pueden suponer una gran diferencia.

"Hay cosas que no son necesariamente tan procesables. Todo el mundo acaba perdiendo a su pareja", explica a 'Euronews Health' Caterina Mauri, investigadora del Instituto de Estudios Sociales y Demográficos de la Universidad Libre de Bruselas (VUB).

Pero dados los vínculos entre la soledad, los resultados en materia de salud y la calidad de vida, es un tema que, en su opinión, merece más atención, para personas de todas las edades. "La soledad forma parte de nuestras vidas, pero se convierte en un problema cuando es crónica y conduce a la depresión", explica Mauri, que no ha participado en el nuevo estudio.

La soledad "es un poco como el hambre", dijo, y sirve de "señal para buscar más conexiones".

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