Los oficiales utilizaron técnicas para disuadir a los animales, comunes en zonas montañosas de todo Japón, incluyendo el uso de fuegos artificiales como parte de los esfuerzos para mejorar su preparación.
El ejercicio sigue una serie de incidentes, incluyendo la muerte de un repartidor de periódicos de 52 años en Fukushima el 12 de julio. Las pruebas de ADN confirmaron que el mismo oso pardo fue responsable de un segundo ataque mortal a una mujer de unos 70 años cuatro años antes.
En la prefectura de Akita, se han reportado más de 650 avistamientos desde principios de julio, casi el triple que en el mismo período del año pasado.