En Arocutín, México, las familias velaron toda la noche durante el Día de Muertos, cubriendo las tumbas con cempasúchil, velas y ofrendas de tequila y comida.
La tradición, de siglos de antigüedad y arraigada en la cultura indígena purépecha, rinde homenaje a la creencia de que las almas regresan para visitar a sus seres queridos.
El Día de Muertos se remonta a las civilizaciones prehispánicas de México y combina creencias indígenas sobre el más allá con prácticas católicas introducidas durante la colonización española.