El independentismo catalán exhíbe sus reivindicaciones por las calles de Berlín aprovechando el revuelo mediático y el debate nacional que ha suscitado la detención del presidente depuesto del gobierno autonómico.
Diecisiete horas de viaje en coche para conseguir una imagen cargada de fuerza: decenas de personas enarbolando banderas independentistas catalanas a los pies de la Puerta de Brandeburgo en un momento en el que la sociedad alemana debate sobre si se debe o no entregar a Carles Puigdemont a la Justicia española, que le acusa de los delitos de sedición y rebelión. Además de mostrar su solidaridad con el expresident y los exconsellers, quieren que en Europa cale un mensaje:
"Estamos aquí para reclamar y para que veamos que estamos unidos y realmente tenemos la necesidad de dar un paso adelante, que es la independencia", afirmaba un manifestante llamado Xavier Urgell.
Lejos de las cámaras
Sin la presencia de cámaras de medios internacionales, un grupo similar de personas se manifestó el sábado en un pueblo de Cataluña para apoyar al dramaturgo Albert Boadella frente al acoso que sufre por parte de los independentistas. Se trata de Jafre, en Girona, su pueblo de toda la vida. Hace años todo el mundo saludaba con orgullo a su vecino más universal. Ahora, según sus propias palabras, el 90% de la gente le odia y han aparecido pintadas invitándole a que se marche. Su delito: ser el "presidente legítimo de Tabarnia", el ente imaginario que aglutina los territorios catalanes en los que los independentistas son minoría.