El infierno de ser refugiado en Libia

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Por Anelise Borges
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Los campos de detención no están libres de los ataques de las milicias.

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Cuando la guerra se acerca demasiado, huyes, a menos que no te lo permitan. Estas imágenes muestran como varios migrantes y refugiados recluidos en un centro de detención son sorprendidos por los ataques de las milicias libias, supuestamente al servicio de la ofensiva de Khalifa Haftar.

Munir y su hijo Murad, de siete años, lo vieron todo.

"Vino gente armada hacia nosotros, querían llevarse nuestros teléfonos y nuestro dinero. Nos dividimos en 3 grupos. En la primera habitación, se llevaron los teléfonos y el dinero. En la segunda sala, donde un grupo de cristianos estaba orando con el sacerdote, los hombres armados irrumpieron y les dijeron que se detuvieran. Ellos se negaron. Y fue entonces cuando empezaron a disparar. 18 ó 20 personas resultaron heridas de bala. La gente empezó a gritar. Y luego tomaron sus ametralladoras y rociaron la habitación con balas".

Se cree que han muerto siete personas. Varias docenas resultaron además heridas. . Al menos cinco de esos centros están ubicados en Trípoli y sus alrededores, y desde el 4 de abril han estado expuestos repetidamente al recrudecimiento de los combates.

Euronews ha solicitado a las autoridades libias el acceso a estos centros para comprobar de primera mano cómo son las condiciones en las que viven actualmente estos hombres, mujeres y niños.

Las organizaciones humanitarias dicen que la situación es desesperada.

"Los centros de detención no fueron construidos para albergar a la gente. A menudo son almacenes que ahora se han utilizado para el meter personas en lugar de mercancías. A veces a las celdas las llamamos hangares, debido a que son habitaciones grandes, largas y abiertas, donde cientos de personas están hacinadas y encerradas. La gente está durmiendo en el suelo, a veces en un colchón muy delgado, y tienen muy poco acceso al mundo exterior", dice el jefe de misión de Médicos Sin Fronteras en Libia, Sam Turner.

Después de sobrevivir al ataque, Munir y su familia escaparon del centro de detención y se les dio refugio en esta escuela del centro de Trípoli. Pero no tienen idea de lo que sucederá después.

"No puedo elegir un país. Iría a cualquier país que me llevara. Un país seguro donde mis hijos puedan recibir una educación. Mi única ambición es llegar a un país seguro donde pueda hablar libremente y expresarme. Si fuese yo quien eligiese iría a Estados Unidos, Canadá o Inglaterra. Si fuera por mí, iría a Canadá".

Por ahora, Canadá es un sueño muy lejano. Si la batalla en Trípoli termina, y esta escuela vuelve a abrirse para los estudiantes, es muy probable que a Munir y a su familia les mandasen a otro centro de detención. Entonces seguirían afrontando las dificultades de una realidad que desearían que no fuera la suya.

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