Los secretos del Puente Viejo de Mostar

Mostar sigue cosiendo las heridas que provocó la guerra en la antigua Yugoslavia.
Esta ciudad de Bosnia-Herzegovina no sólo van recuperando el esplendor de otros tiempos sino también sus símbolos. Como esta competición de saltos de trampolín desde la plataforma de uno de sus mayores tesoros arquitectónicos, el Puente Viejo, al cumplirse el decimoquinto aniversario desde su reconstrucción.
"Para nosotros el Puente Viejo era como una criatura viviente, los saltadores lo limpiaban, lo pulían, lo cuidaban como si fuera un ser vivo, que respira. Estuvo en pie durante casi cinco siglos antes de que, como sabe, fuera destruido. Este nuevo puente se convirtió en una especie de hermano del Puente Viejo original y esperamos que sobreviva muchos años más, tal vez 1.000 años más", explica un exnadador bosnio, Emir Balic, ganador en trece ocasiones de la competición de saltos durante la década de los setenta del siglo pasado.
Hecho añicos por las fuerzas bosniocroatas que lideraba Slobodan Praljak, el criminal de guerra que se suicidó en el Tribunal de La Haya, fue finalmente reconstruido. Se utilizaró la piedra original que los soldados húngaros de la misión internacional de paz sacaron del lecho del río.
Hace quince años que bosniocroatas y bosniomusulmanes volvieron a abrazarse paseando por el Puente Viejo de su ciudad. Un símbolo para la paz como símbolo son estos saltos sobre las aguas del río Neretva.
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