Con el Parlamento británico inflamado, los negociadores comunitarios muestran una calmada frustración ante el acuerdo
La Cámara de los Comunes, convertida en una jaula de grillos tras su reapertura contrasta con la atmósfera de contenida desesperación y frustración de los pasillos de Bruselas. Tras la reunión del grupo para el Brexit del Parlamento Europeo, el negociador principal, Michel Barnier ha optado por una actitud diplomática: "Hay que entender que no lo haré, y no quiero comentar lo que pasa en Westminster. Por nuestra parte, siempre hemos sido respetuosos con la situación en la política británica y no quiero cambiar mi línea".
Pero las conversaciones continúan y Barnier sigue todavía esperando na propuesta "propuesta legal y operativa" desde Londres sobre cómo afrontar la fecha límite del 31 de octubre. Otros en Bruselas albergan serias dudas de que Boris Johnson quiera realmente lograr un acuerdo con sus socios comunitarios, como es el caso de Philippe Lamberts, diputado europeo en el grupo de trabajo del Brexit: "La única conclusión racional que puedo sacar es que él no está buscando una solución, porque una solución significaría primero encontrar un compromiso con la Unión Europea y luego buscar un compromiso en Westminster para aprobar el acuerdo. Así que, si realmente se quiere lograr, no se empieza por confrontar con la gente como él hace."
Quizá el mayor problema para los negociadores de la Unión Europea es que incluso aunque alcancen un acuerdo con sus homólogos del Reino Unido, no pueden asegurar que vaya a ser aceptado por un Parlamento británico en guerra permanente.