La zona cero del coronavirus en España: “Somos un ‘spoiler’ de lo que pasará"

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Por Pablo Ramiro
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La zona cero del coronavirus en España: “Somos un ‘spoiler’ de lo que pasará"

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La voz de Marc Castells, alcalde de Igualada, delata el trance sin precedentes que está atravesando su localidad en las últimas semanas. Exhausto y emocionado, alaba la buena respuesta que sus ciudadanos están dando ante el confinamiento y la cooperación entre los Ayuntamientos de la región de distinto signo político: “Somos un ejemplo”.

Esta combinación de sentimientos se debe a unos datos devastadores: en su localidad el brote de coronavirus ha aumentado en un 300% el número de defunciones.

Igualada y los pueblos de Òdena, Santa Margarida de Montbui y Vilanova de Camí conforman el área española con la tasa de mortalidad por el nuevo virus más alta de Europa, según afirma la Generalitat de Cataluña.

“Aquí se ha unido la tormenta perfecta”, asegura Castells. Y es que a “casi todas las personas a las que se les hace la prueba dan positivo”, dice Carlota Llorach, una médica residente de Igualada.

Situada a unos 60 kilómetros al oeste de Barcelona, Igualada fue uno de los primeros cuatro municipios españoles en ordenar el confinamiento obligatorio a sus cerca de 40.000 habitantes que no pueden salir del municipio bajo ninguna circunstancia, una medida única en España.

Ocurrió el pasado 13 de marzo. El resto del país adoptó la misma medida dos días después.

¿Por qué la mortalidad es tan alta en Igualada?

Llorach explica que uno de los primeros casos se dio dentro del hospital, lo que multiplicó el número de infectados. “No sabemos cómo ni cuándo se dio el primer infectado, pero al ser dentro del personal, se diseminó”, explica. Aunque la razón de la alta mortalidad, dice Castells, “la tendrán que determinar los departamentos correspondientes”.

La descripción de la situación para Llorach es sencilla: “es algo desolador”.

“Lo que más impacta al personal del hospital es ver a gente de la edad de sus padres morir sin poder despedirse de nadie”, explica esta doctora, que trabaja como médico de familia en el hospital y el ambulatorio de Igualada durante turnos irregulares e interminables. En una semana ha llegado a hacer 59 horas. “Esto va cambiando día a día...Mañana no sé qué horario haré”, explica.

Además, el virus no sólo se ceba con la gente mayor. “Con la gente joven tenemos que vigilar mucho, porque no dan síntomas y cuando los empiezan a notar están muy mal y tenemos que ingresarlos en la UCI”, explica la médica.“Se puede tener coronavirus sin aparentemente ningún síntoma, o teniendo síntomas muy distintos, como por ejemplo que te desaparezcan el olfato y el gusto”, continúa.

La terrible situación hace que “el compañerismo dentro del hospital sea enorme”, añade.

Foto cedida por Carlota Llorach

“No hay momento para el lamento”

Después de su rutinaria rueda de prensa diaria (la número 23 desde que empezó el confinamiento), Castells descuelga el teléfono. Tras la imagen de político que intenta proyectar, asoma un ciudadano preocupado, visiblemente afectado por una situación en la que, dice, “no hay momento para el lamento, al Ayuntamiento hay que venir llorado de casa”.

Pero no es fácil dejar los sentimientos a un lado con los datos en la mano.

Los alcaldes lograron que la Generalitat cambiase el modo de hacer recuento de fallecidos. “Hicimos un ejercicio de sentido común, teníamos 40 casos positivos de muerte por COVID-19 pero en nuestros municipios habían muerto 140 personas cuando la media del mes de marzo años anteriores es de 46 personas”, explica el regidor. Sólo a esos 40 casos se les habían hecho test antes de morir, por eso, el Gobierno autónomo tendrá ahora en cuenta los datos aportados por las funerarias y los de años anteriores.

Como las localidades italianas de Bérgamo y Codogno, Igualada es una de las zonas cero en la batalla europea frente al avance del coronavirus. “Somos un spoiler de lo que pasará en el resto de Cataluña”, explica Castells, que asegura que tiene buena relación con alcaldes italianos y que Italia es también un avance de lo que sucederá en España.

Llorach cuenta que, según lo acordado para esta semana, los test “solo se han hecho a gente con criterios de ingreso, es decir, mayores de 65 o con alguna patología de base. También a sanitarios asintomáticos”. “Hay bastantes falsos negativos. Se están haciendo muy pocos test”, explica la residente, que cuenta que muchas pruebas fallan por la falta de carga viral en el momento en que se realizan. Desde el Ayuntamiento piden “tests rápidos para hacer una radiografía de los municipios que viven en un confinamiento dentro de un confinamiento”.

Diagnóstico telefónico: 600 llamadas en un día

El número de contagiados en los cuatro pueblos aislados es el más alto de la región (más de 400 por cada 100.000 habitantes), y Llorach atiende a la mayoría de ellos por teléfono: “Hay como 600 llamadas al día solo durante el turno de 8 de la mañana a 8 de la noche”.

Sin embargo, el hecho de que aumente el número de llamadas es buena señal para los médicos. Según Llorach, la sala de espera de urgencias está casi vacía: “Vienen muy pocos [pacientes]. O casi no pueden respirar o no vienen. Nos contactan por teléfono”. Una forma de atender a la que esta residente ha encontrado alguna ventaja: “Cuando alguien tiene problemas respiratorios muchas veces los noto al teléfono”.

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Para descansar y evitar contagiar a sus familiares, Llorach duerme en el hotel que regentan David y Xavier Andrés, sus primos. “Desde el minuto uno decidimos cerrar y ceder el hotel al Ayuntamiento”. Cuando el consistorio pidió médicos para la ciudad, muchos acudieron a alojarse a este pequeño hotel de diseño, cuyas siete habitaciones están ocupadas por sanitarios.

“Tenemos gente que trabajaba en Igualada pero vivía fuera, gente que viene de voluntario, o incluso gente que trabaja y vive en Igualada, pero que en su casa hay personas mayores o de riesgo y no quieren poner en peligro a la familia”, cuenta Andrés.

Los alcaldes de las cuatro localidades también está de acuerdo en otra cosa: “Cuando esto pase haremos un homenaje conjunto a los ciudadanos que nos han dejado por este episodio”, concluye Castells.

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