Necoclí: el lado oscuro del 'oasis' migratorio de Colombia

La llegada de migrantes a Necoclí y Capurganá no es nueva. Antes lo hacían por Turbo y Acandí, dos pueblos cercanos, pero desde hace unos años esta ruta es prioritaria.
La llegada de migrantes a Necoclí y Capurganá no es nueva. Antes lo hacían por Turbo y Acandí, dos pueblos cercanos, pero desde hace unos años esta ruta es prioritaria. Derechos de autor AP / Ivan Valencia
Derechos de autor AP / Ivan Valencia
Por Blanca Castro con Agencia EFE
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En un remoto pueblo colombiano se está gestando una crisis humanitaria que desafiará a toda la región. Más de 10 000 migrantes se encuentran atrapados en el municipio de Necoclí, esperando comenzar su travesía por Centroamérica hasta llegar a Estados Unidos.

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En un remoto pueblo colombiano se está gestando una crisis humanitaria que desafiará a toda la región. Más de 10 000 migrantes se encuentran atrapados en el municipio de Necoclí, esperando comenzar su travesía por Centroamérica hasta llegar a Estados Unidos.

Organizaciones para refugiados y migrantes alertan que el pueblo está desbordado, y los residentes lo confirman, pero con una sonrisa en el rostro.

Esta alegría se debe a que gracias a la masiva afluencia, la economía local ha comenzado a florecer. El flujo de divisas extranjeras, como el dólar, ha salvado a Necoclí del olvido del Gobierno y de la pandemia.

"La llegada de los migrantes ha sido un regalo de Dios. ¿Por qué? Porque Necoclí es un pueblo muy pequeño y al ser tan pequeño tenemos muy pocos trabajos para la gente. La mayoría de las actividades son informales, no hay trabajo, mucha gente sufría haciendo trabajos diarios remunerados y pagaba sus gastos diarios con eso. Gracias a la llegada de los migrantes la gente aquí en Necoclí está trabajando, saliendo de las deudas de las que están cansados", expresa Juan Pablo Guevara, quien arrienda habitaciones a los viajeros.

En las últimas semanas el municipio de Necoclí, ubicado en la costa norte colombiana, en el Golfo de Urabá, se ha convertido en uno de los principales puntos de partida de miles de migrantes. La mayoría proviene de Haití y otras islas del Caribe. También de África y Asia.

Una lancha los lleva hasta territorio panameño, en la peligrosa selva del Darién, desde allí comenzarán su camino hasta Estados Unidos o Canadá.

AP / Ivan Valencia
El muelle donde los migrantes salen en botes hacia Capurgana para llegar a la frontera con Panamá, desde Necoclí, Colombia. Foto tomada el 30 de julio de 2021.AP / Ivan Valencia

La pandemia ha agravado la crisis migratoria en el Golfo de Urabá

En meses pasados solían cruzar unos 300 o 400 migrantes dos o tres días a la semana, pero desde hace días las lanchas, con capacidad para entre 50 y 60 pasajeros, hacen varios viajes en los que llevan diariamente a unos 800 migrantes cuatro o cinco días a la semana.

"Es un número que en la historia reciente no se ha visto; el municipio está desbordado y se necesita un plan humanitario binacional entre Colombia y Panamá para poder responder", dijo la directora para Colombia del Consejo Noruego de Refugiados (NRC, en inglés), Dominika Arseniuk.

Las cifras de los que pasan por allí varían según las autoridades panameñas o colombianas, pero coinciden en que en 2020 en medio de la pandemia cayeron drásticamente, antes de volver a dispararse este año.

Lo que antes era un flujo más o menos constante de personas se ha alterado por las cuarentenas o la imposibilidad de usar medios de transporte en ciertos periodos de tiempo.

"Estos son factores que están explicando esta variación en lo que se llama pico sobre el tránsito de migrantes al interior de Colombia y particularmente en lo que está sucediendo ahora", asegura Donna Cabrera, especialista en migración de la Pontificia Universidad Javeriana.

Colombia y Panamá tienen la única frontera de todo el continente que no está unida por carretera o una vía transitable. Les separa una frondosa selva peligrosa por la fauna, las inclemencias climáticas y, sobre todo, por quienes se aprovechan de ella.
AP / Ivan ValenciaColombia y Panamá tienen la única frontera de todo el continente que no está unida por carretera o una vía transitable. Les separa una frondosa selva peligrosa por la fauna, las inclemencias climáticas y, sobre todo, por quienes se aprovechan de ella.

Una zona controlada por los carteles y la inclemente selva del Darién

Los migrantes disfrutan de la amabilidad de los colombianos y del hermoso paisaje caribeño antes de comenzar una de las rutas más peligrosas de América Latina. La zona, estratégica para el narcotráfico, está a expensas de grupos armados.

"Algunos migrantes denunciaron mafias que les venden paquetes turísticos para hacer el recorrido desde Ipiales en Nariño (sur de Colombia) con costos que llegan a los 300 dólares para pasar la frontera", denunció el defensor del Pueblo, Carlos Camargo

Los migrantes sufren desde robos y extorsiones hasta abusos sexuales. Asimismo, seis de cada diez personas que llegan a Puerto Obaldía (Panamá), tienen problemas de salud como gastrointestinales, de piel o respiratorios, según la Cruz Roja panameña.

Esta semana, los Gobiernos de Colombia y Panamá coincidieron en la necesidad de coordinar un tránsito migratorio seguro.

Editor de vídeo • Blanca Castro

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