El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, parece apostar por la caída del régimen iraní bajo el peso de la reciente escalada militar entre ambos países. Esto trae a primer plano la historia de la relación entre ambas partes.
Netanyahu afirmó que los ataques militares de Israel podrían provocar un cambio de régimen en Teherán. "Es el pueblo iraní el que decidirá ahora si quiere rebelarse... y el régimen está muy debilitado", añadió, afirmando que "el 80% del pueblo iraní quiere derrocar a los dirigentes del país".
Las declaraciones de Netanyahu no se producen en el vacío, sino que reflejan un profundo cambio en la naturaleza de la relación entre Tel Aviv y Teherán, que comenzó con la caída del sha y el establecimiento de la República Islámica. Para comprender las dimensiones de esta escalada, es necesario remontarse al principio: Cuando Irán era un aliado estratégico del Estado hebreo, antes de que el acercamiento entre ambos se convirtiera en un conflicto regional abierto.
El reinado del sha: Alianza estratégica y amplia cooperación
Desde 1925 hasta el derrocamiento del sha Mohammad Reza Pahlavi en la revolución de 1979, la relación entre Irán e Israel se caracterizó por una gran cercanía más que por hostilidad. A pesar de que en 1947 Irán votó en contra de la partición de Palestina en las Naciones Unidas, en 1949, bajo el liderazgo de Pahlavi, se convirtió en el segundo país de mayoría musulmana, después de Turquía, en reconocer oficialmente a Israel.
Las relaciones bilaterales crecieron significativamente en la década de 1970, con un intercambio de embajadores y la apertura de una embajada física de Tel Aviv en Teherán. Irán se convirtió en uno de los principales proveedores de petróleo del Estado hebreo, y se estableció un oleoducto conjunto para transportar petróleo desde Irán a Europa a través de Israel.
El comercio entre ambos países floreció, y empresas constructoras e ingenieros israelíes colaboraron en proyectos dentro de Irán. La aerolínea israelí El Al operaba vuelos directos entre Tel Aviv y Teherán.
En el ámbito militar, los dos países cooperaron en proyectos secretos como el proyecto Flower entre 1977 y 1979 para desarrollar misiles conjuntos, y las relaciones de seguridad fueron testigos de un nivel de coordinación sin precedentes.
Después de la Revolución Islámica
Con la victoria de la Revolución Islámica en Irán en 1979, liderada por el Líder Supremo Ruhollah Jomeini, el panorama cambió radicalmente, aunque algunos informes indicaban que las relaciones indirectas continuaron tras la revolución durante un periodo limitado, con la venta por parte de Israel de armas por valor de 75 millones de dólares a Irán como parte de la Operación Seashell en 1981.
El Instituto Jaffee de Estudios Estratégicos estimó que el volumen de ventas de armas israelíes a Irán entre 1981 y 1983 ascendió a unos 500 millones de dólares, en un momento en que la guerra Irán-Iraq estaba en su apogeo. Sin embargo, Irán rompió por completo las relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, cerró la embajada israelí en Teherán y la entregó a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Comenzó entonces un periodo de hostilidad abierta, en el que Irán se negó a aceptar pasaportes israelíes.
Desde entonces, Irán no reconoce la legitimidad del Estado hebreo, mientras que Tel Aviv califica al aliado de ayer como una de las amenazas más graves para la estabilidad de Oriente Próximo. En diciembre de 2000, el líder iraní Alí Jamenei describió a Israel como un "tumor canceroso que debe ser extirpado de la región".
La relación pasó de la animadversión política a una guerra en la sombra, ya que Irán apoyaba al llamado "eje de la resistencia", que incluye movimientos armados en Líbano, Siria, Irak y Yemen que consideran a Israel un enemigo de primer orden. Por su parte, Tel Aviv trabajó para debilitar la influencia de Irán en la región, especialmente atacando sus instalaciones nucleares y militares.
El programa nuclear iraní ha sido uno de los principales focos de esta escalada. Aunque Teherán afirma que su programa es pacífico, Tel Aviv se niega a permitir que desarrolle capacidades nucleares, y las instalaciones nucleares iraníes han sido objeto de ataques atribuidos directa o implícitamente a Israel. Varios científicos nucleares iraníes han sido asesinados en operaciones atribuidas al Mossad.
A lo largo de los años, el enfrentamiento entre ambas partes adquirió un carácter indirecto a través de proxies o ataques indirectos, hasta abril de 2024, cuando Irán lanzó misiles y aviones no tripulados directamente hacia el territorio del Estado hebreo, en respuesta a un asalto israelí a su consulado en Damasco en el que murieron oficiales de la Guardia Revolucionaria. Israel respondió con un ataque directo contra instalaciones en la provincia de Isfahan.
El enfrentamiento militar fue la culminación de una larga trayectoria de choques indirectos entre ambos países, pero un nuevo capítulo comenzó realmente el viernes 13 de junio de 2025, cuando el Estado hebreo lanzó un ataque aéreo a gran escala sobre la capital, Teherán. Irán respondió con ataques directos que causaron una destrucción sin precedentes dentro de Israel, en una escalada que abrió de par en par la puerta del enfrentamiento, en medio de grandes interrogantes sobre su alcance y sus repercusiones más amplias en la seguridad y la estabilidad de la región.