El anuncio del ministro de Defensa israelí, Israel Katz, de que "Teherán arderá" en caso de represalias, sirvió como preludio del paso de objetivos militares y nucleares a los energéticos.
En un hecho militar sin precedentes, Israel lanzó el sábado 14 de junio de 2025 por la noche ataques aéreos de precisión contra instalaciones energéticas iraníes vitales, principalmente el yacimiento de gas de South Pars, una de las fuentes de energía más importantes del mundo, y depósitos de combustible y refinerías en Teherán, provocando incendios y la suspensión parcial de la producción, y haciendo temer repercusiones directas en los mercados mundiales de la energía.
De los objetivos militares a la energía
Los ataques se produjeron en el contexto de una escalada que comenzó el viernes con ataques israelíes contra instalaciones militares y nucleares dentro de Irán y el asesinato de varios de sus dirigentes, seguidos de una masiva respuesta iraní con misiles y drones contra varias ciudades israelíes. Con un balance de más de 200 muertos en Irán y dos docenas en Israel, además de cientos de heridos, la confrontación se ha convertido en un conflicto regional extremadamente peligroso.
Sin embargo, la novedad más destacada fue el ataque contra infraestructuras energéticas, que Tel Aviv había evitado anteriormente por temor a repercusiones mundiales. El anuncio del ministro de Defensa israelí, Israel Katz, de que "Teherán arderá" en caso de represalias, sirvió como preludio de este cambio.
Instalaciones vitales bajo fuego
Entre los objetivos directos se encontraba el depósito de combustible y gas de Shahran, al noroeste de Teherán, que es uno de los mayores centros de distribución de la capital, con una capacidad de almacenamiento de más de 260 millones de litros. Los ataques también afectaron a la refinería de Rai, al sur de Teherán, una de las más antiguas e importantes del país, con una capacidad de refinado de unos 225.000 barriles diarios.
Sin embargo, el golpe más duro fue para el yacimiento de South Pars, en la provincia de Bushehr, el mayor campo de gas del mundo, que representa dos tercios de la producción nacional de gas de Irán. Según informes semioficiales, las instalaciones de procesamiento en alta mar sufrieron daños y una plataforma de producción clave quedó fuera de servicio.
El ataque también afectó a las instalaciones de procesamiento de gas de Fajr Jam, en Bushehr, amenazando el suministro de combustible y electricidad en las provincias del sur y el centro, en medio de advertencias oficiales de pérdidas económicas diarias de hasta 250 millones de dólares.
La importancia estratégica de la energía iraní
Irán es un actor central en el mercado energético, con las segundas mayores reservas de gas natural y las terceras mayores reservas probadas de petróleo del mundo. El ataque a sus instalaciones vitales no solo apunta a la estructura económica, sino que también envía un claro mensaje político: ya no hay líneas rojas.
La refinería de Rai suministra combustible a la capital y sus alrededores, y su interrupción presagia una grave crisis logística. South Pars, con sus reservas que representan el 20% del gas recuperable del mundo, es la arteria energética de Irán, y su interrupción afectaría inmediatamente a la producción de electricidad y a las principales industrias.
La amenaza de cierre de Ormuz deja a los mercados en vilo
A medida que aumentan las apuestas, las autoridades iraníes han amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz, una salida marítima vital del Golfo, lo que podría provocar una subida masiva de los precios del petróleo.
El estrecho, por el que pasa aproximadamente el 20% de las exportaciones mundiales de petróleo, es "el punto de tránsito de petróleo más importante del mundo", según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA). En los días posteriores a los ataques, los precios del petróleo subieron un 9%.
La guerra energética abre un nuevo frente
El ataque a las instalaciones energéticas iraníes refleja la transición del conflicto a una nueva etapa, en la que el escenario militar ya no es el único escenario de confrontación, sino que la seguridad energética mundial está en el centro del conflicto. A la luz de esta compleja ecuación, la región parece estar al borde de una explosión más amplia que va más allá de los cálculos bilaterales y amenaza a toda la economía mundial.