La cultura del tatuaje en Corea del Sur, durante años asociada a las prisiones y al mundo criminal, ha operado en una zona gris durante más de 30 años. Una nueva ley, aprobada hace apenas un mes, puede sacar por fin esta cultura de la clandestinidad.
Durante los últimos 33 años, en Corea del Sur ha estado prohibido tatuar a cualquier persona que no fuera personal médico. La prohibición se derivó de una sentencia del Tribunal Supremo de 1992, según la cual sólo los profesionales médicos podían realizar procedimientos con agujas.
Sin embargo, esto no supuso la desaparición de la cultura del tatuaje. Al contrario, cientos de miles de artistas que operaban ilegalmente se arriesgaban a penas de hasta cinco años de cárcel o multas de hasta 50 millones de wones (unos 30.000 euros). Los tatuajes eran cada vez más populares, sobre todo en las redes sociales, pero su coste, legal y social, seguía siendo alto. Según el Ministerio de Sanidad, en 2021 había unos 350.000 tatuadores en el país, la mayoría sin licencia médica.
El tatuaje, que era tanto una forma de rebelión como de expresión artística, creó una comunidad clandestina distinta, un mundo oculto donde los artistas compartían sus miedos, sus sueños y, sobre todo, su arte.
"Puedes tener tatuajes por toda la cara y seguir siendo un ángel"
'Angels', documental de Hicham Toula-Idrissi y Nancy-Wangue Musisa, desvela el mundo clandestino de los tatuadores surcoreanos que trabajan en secreto desde hace años en nombre de su pasión. Narra las historias de quienes se atrevieron a desafiar tanto el estigma como la ley, y de quienes finalmente lucharon por el reconocimiento de su trabajo en su país natal.
El título de la película cuestiona los estereotipos sobre los tatuajes en Corea. Uno de los personajes es Pie Boy, un joven con tatuajes faciales que, en palabras del director, "quiere ser bueno con todos los que conoce para demostrar que puedes tener tatuajes por toda la cara y seguir siendo un ángel".
Touli-Idrissi y Musisa querían captar el retrato de una comunidad de artistas que quieren crear belleza, aunque a menudo se enfrentan al rechazo. "Estos amigos son como ángeles para mí: traen consigo bondad y belleza", dice Touli-Idrissi.
"Lo más difícil es la sensación de inseguridad"
Los artistas del tatuaje en Corea del Sur llevan mucho tiempo luchando contra la inestabilidad profesional. "Intento tener confianza y no ocultar lo que hago. Pero en un país donde no hay leyes que protejan a los tatuadores, es difícil sentirse seguro. Pensando en el futuro, lo que más temo es la incertidumbre", dice Gui He, uno de los artistas que aparecen en la película.
Además, los artistas se han expuesto al estigma social, incluso de sus propias familias. En Corea del Sur, los tatuajes se asocian a menudo con riesgos para la salud o actividades delictivas. En Corea, China y Japón, antiguamente se castigaba a los delincuentes tatuándoles la cara, un estigma que persiste hoy en día.
"El estigma social es en gran medida generacional", afirma Touli-Idrissi. A las generaciones más jóvenes les fascinan los tatuajes, mientras que las más mayores siguen asociándolos con las bandas. También hay que recordar la influencia de los 'yakuza' japoneses, cuya imagen sigue viva en la cultura coreana".
"A veces me siento frustrado por cómo reacciona la gente ante mi aspecto", dice Héin, otro artista. "Cuando era más joven y vivía con mi abuela, los mayores del barrio me miraban con preocupación. Veían el tatuaje de mi cara y enseguida se asustaban. Eran personas de la edad de mi abuela".
El fin de la clandestinidad
Tras años de campaña, incluso por parte del sindicato de tatuadores, la ley cambió finalmente el mes pasado, poniendo fin a un periodo de incertidumbre al que se enfrentaban los profesionales del sector. Los que no pertenecen a la profesión médica, que constituyen la gran mayoría del sector, podrán ahora obtener una licencia y el reconocimiento formal de su trabajo.
"Estamos hablando de unas 350.000 personas que hasta ahora no tenían derecho a la seguridad social, ni a una pensión, ni siquiera a una tarjeta de crédito. Esperamos que la legalización les otorgue los mismos derechos que al resto de trabajadores y ayude a ordenar el mercado", afirma el director, refiriéndose a los datos de la Asociación de Tatuajes.
Sin embargo, el proceso de plena aplicación de la nueva legislación llevará mucho tiempo: la ley no entrará en vigor hasta dentro de dos años. Cambiar las actitudes sociales también llevará tiempo, ya que las encuestas muestran que la mayoría de los coreanos siguen viendo los tatuajes de forma negativa.
"La ley puede resolver el papeleo, pero no cambiará inmediatamente la mentalidad", afirma Touli-Idrissi. "Sin embargo, espero que el reconocimiento de los tatuadores como trabajadores legítimos ayude a iniciar una conversación más seria sobre el tatuaje como arte".