Un nuevo estudio revela que el estilo de Pollock es difícil de reproducir para los adultos, mientras que para los niños resulta un juego.
"Eso lo podría haber hecho un niño" es la crítica más banal del arte moderno, pero en el caso de Jackson Pollock, los cínicos tienen razón. El artista estadounidense del movimiento expresionista abstracto fue el maestro de la pintura por goteo, donde dejaba caer, esparcía y arrojaba colores sobre un lienzo colocado en el suelo. Un nuevo estudio ha comprobado que el estilo de Pollock es difícil de reproducir para los adultos, mientras que para los niños es... un juego de niños.
¿Se puede saber si un cuadro lo ha hecho un niño o un adulto?
Y, en cuanto al autor, ¿podemos determinar con fiabilidad si una obra la han creado niños o adultos? Esta era la cuestión que los investigadores de un nuevo estudio en 'Frontiers in Physics' querían poner a prueba. Mientras los escépticos veían un desorden carente de talento en los cuadros de Pollock, el verdadero propósito del artista era trasladar al lienzo la mecánica controlada y los movimientos de su cuerpo mientras pintaba.
El físico y artista Richard Taylor y su equipo profundizaron en esta idea pidiendo a 18 niños de 4 a 6 años, así como a 34 adultos de 18 a 25, que crearan sus propias obras inspiradas en Pollock, salpicando pintura diluida sobre hojas de papel colocadas en el suelo. Estas 'pour paintings', como las denomina el equipo de investigación, se sometieron después a un cuidadoso análisis matemático.
Los científicos estudiaron los fractales de las imágenes, patrones que se repiten a distintas escalas como en los árboles, las nubes o las montañas, y la lacunaridad, que se centra en las variaciones de los huecos entre grupos de pintura. A partir de ello, las pinturas se calificaron por la complejidad de sus patrones y de los espacios en blanco.
Los resultados mostraron que los cuadros de los adultos presentaban mayor densidad de patrones y trayectorias de pintura más amplias, con líneas que se proyectaban en muchas direcciones. En cambio, los de los niños se caracterizaban por patrones de pequeña escala y más huecos entre agrupaciones de pintura. Mostraban trayectorias más simples, unidimensionales, que cambiaban de dirección con menos frecuencia, reflejo de las diferencias en el movimiento de sus cuerpos respecto a los adultos.
Las obras de los niños se parecían más a los cuadros de Pollock
Los investigadores observaron que las pinturas del grupo más joven guardaban mayor similitud con las obras de la escuela del expresionismo abstracto. "De forma sorprendente, nuestros resultados sugieren que los cuadros de niños se asemejan más a los de Pollock que los creados por adultos", dijo Taylor. El estudio plantea que los cambios en el equilibrio biomecánico de un artista pueden explicar por qué los niños replican su obra con mayor precisión.
El equilibrio de Pollock quedó comprometido por un incidente al nacer, cuando casi fue estrangulado por su propio cordón umbilical. Esto pudo hacer que sus movimientos al pintar fueran más sencillos y más propios de un niño. "Junto a las cataratas de Claude Monet, las dificultades psicológicas de Vincent van Gogh y el Alzheimer de Willem de Kooning, los debates artísticos sobre el limitado equilibrio biomecánico de Pollock recuerdan que condiciones que suponen retos en nuestra vida diaria pueden dar lugar a logros magníficos en arte", señaló Taylor.
Las 'pour paintings' de apariencia infantil resultan más agradables a la vista
Los autores del estudio analizaron además cómo percibía el público las obras de sus voluntarios adultos. Se preguntó a los espectadores por la complejidad, el interés visual y el agrado que les producían los cuadros. Los resultados mostraron que las obras con más huecos y fractales menos complejos se percibían como más agradables. Los cuadros de niños, aunque no se analizaron, también presentan esas características. El agrado puede estar relacionado con la familiaridad, apuntaron los investigadores.
"Nuestra investigación previa indica que nuestros sistemas visuales se han vuelto diestros en los lenguajes visuales de los fractales tras millones de años de exposición a ellos en paisajes naturales", explicó Taylor. "Esta capacidad de procesar su información visual desencadena una respuesta estética. Lo curioso es que las 'pour paintings' de los niños resultan más atractivas que las de los adultos".