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Científicos transforman cables de internet en micrófonos submarinos para salvar a las orcas

Los cables de fibra óptica podrían transformar la conservación de las orcas
Los cables de fibra óptica podrían transformar la conservación de las orcas Derechos de autor  AP Photo/Annika Hammerschlag
Derechos de autor AP Photo/Annika Hammerschlag
Por Craig Saueurs & Annika Hammerschlag and AP News
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Un grupo de científicos en el estado de Washington está probando una tecnología innovadora que convierte cables de fibra óptica en micrófonos submarinos capaces de registrar los sonidos de las orcas.

Al amanecer, frente a la isla de San Juan, un grupo de científicos trabajaba sobre la cubierta de una barcaza, desplegando más de una milla de cable de fibra óptica en las frías aguas del mar de los Salish. Con linternas en la cabeza, alimentaban el cable desde la costa rocosa hasta el fondo marino, hogar de las orcas residentes del Pacífico Noroeste.

La apuesta es ambiciosa: transformar los mismos hilos que transportan señales de internet en un micrófono submarino continuo capaz de registrar los clics, silbidos y llamadas de las ballenas. Esos datos podrían revelar cómo las orcas responden al tráfico marítimo, la escasez de alimento o el cambio climático. Si la prueba tiene éxito, las 870.000 millas de cables submarinos existentes en el planeta podrían convertirse en una vasta red de escucha para proteger la vida marina.

La tecnología, conocida como Sensores Acústicos Distribuidos (DAS, por sus siglas en inglés), se diseñó originalmente para vigilar oleoductos y detectar fallos en infraestructuras. Ahora, investigadores de la Universidad de Washington la están adaptando para "escuchar" el océano.

A diferencia de los hidrófonos tradicionales, que registran sonidos desde un solo punto, el DAS convierte todo el cable en un sensor, lo que permite localizar la posición exacta de un animal y seguir su desplazamiento.

"Podemos imaginar miles de hidrófonos distribuidos a lo largo del cable, grabando de forma continua", explica Shima Abadi, profesora en la Escuela de Oceanografía de la Universidad de Washington. "Así podemos saber dónde están los animales y entender mucho mejor sus patrones de migración".

Los científicos ya han probado con éxito esta tecnología con grandes ballenas barbadas frente a la costa de Oregón, registrando los profundos sonidos de ballenas azules y de aleta mediante cables de telecomunicaciones existentes. Ahora, intentan aplicarla a las orcas, cuyas vocalizaciones son mucho más agudas y complejas.

Orcas en peligro y una triple amenaza

El reto no es solo técnico: las orcas residentes del sur del mar de los Salish están en peligro de extinción, con apenas 75 individuos. Enfrentan una "triple amenaza": ruido submarino, contaminación tóxica y falta de alimento.

"Tenemos una orca en peligro tratando de comer una especie de salmón también en peligro", resume Scott Veirs, presidente de Beam Reach Marine Science and Sustainability, que desarrolla sistemas acústicos abiertos para la conservación marina.

El salmón chinook, base de su dieta, ha disminuido un 60% desde 1984 por la sobrepesca, la pérdida de hábitat y el cambio climático. Además, el ruido de los barcos interfiere con los clics que las orcas usan para localizar presas mediante ecolocalización.

Si el sistema DAS logra captar esos sonidos, podría ofrecer datos en tiempo real para evitar colisiones y reducir el ruido. Por ejemplo, si se detectan orcas moviéndose hacia el sur, los ferris del estado de Washington podrían ralentizar su velocidad o posponer maniobras ruidosas.

"Sería una herramienta clave para la gestión dinámica y las políticas de conservación a largo plazo", afirma Veirs.

Escuchar el planeta

El potencial del proyecto va mucho más allá del mar de los Salish. Con más de 1,4 millones de kilómetros de cables submarinos ya tendidos, la infraestructura para un sistema global de monitoreo oceánico ya existe. Solo falta aprovecharla.

"Uno de los mayores desafíos para conservar la biodiversidad y enfrentar el cambio climático es la falta de datos", señala Yuta Masuda, director científico de Allen Family Philanthropies, entidad que financia el proyecto. "Esta tecnología puede llenar vacíos cruciales".

El momento es clave: en enero entrará en vigor el Tratado de Alta Mar, que permitirá crear nuevas áreas marinas protegidas. Pero los científicos aún desconocen cómo las actividades humanas afectan a la mayoría de las especies marinas. Los datos obtenidos por esta red global podrían guiar esas decisiones.

De vuelta en la barcaza, los científicos se concentraban en una tarea delicada: fusionar dos fibras ópticas sobre un mar en movimiento. Después de varios intentos, la soldadura se mantuvo. En la pantalla del laboratorio costero comenzaron a aparecer cascadas de frecuencias: el sonido del océano, convertido en datos.

Ahora solo queda esperar que, entre las ondas y los pulsos de luz, se escuchen los ecos de una orca.

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