La Administración Trump ha aprobado planes para abrir el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico de Alaska a la perforación de petróleo y gas, reavivando un feroz debate entre los intereses económicos y la protección del medio ambiente.
La Administración Trump finalizó el jueves los planes para abrir la llanura costera del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico de Alaska a la posible explotación de petróleo y gas, reavivando un debate que lleva décadas sobre si se debe perforar en una de las joyas medioambientales del país.
El secretario del Interior de Estados Unidos, Doug Burgum, anunció la decisión que allana el camino para futuras licitaciones dentro de la llanura costera del refugio, una zona de 631.309 hectáreas considerada sagrada por el pueblo indígena Gwich'in.
El plan cumple las promesas del presidente Donald Trump y de los republicanos en el Congreso de reabrir esta parte del refugio al posible desarrollo energético. La ley de recortes fiscales y ajustes presupuestarios impulsada por Trump durante el verano exigía al menos cuatro licitaciones dentro del refugio en un período de diez años.
¿Qué opinan las comunidades locales?
Burgum estuvo acompañado en Washington D.C. por el gobernador republicano de Alaska, Mike Dunleavy, y por la delegación congresual del estado, para este y otros anuncios relacionados con la gestión de tierras, incluido el restablecimiento de concesiones petroleras y de gas en el refugio que habían sido anuladas por la Administración anterior.
En marzo, un juez federal dictaminó que el Gobierno de Joe Biden carecía de autoridad para cancelar dichas concesiones, que estaban en manos de una corporación estatal que fue el principal postor en la primera venta de licencias celebrada al final del primer mandato de Trump.
Los líderes de las comunidades Gwich'in, cercanas al refugio, consideran la llanura costera como territorio sagrado, por su importancia para una manada de caribúes de la que dependen para su subsistencia, y se oponen firmemente a la perforación. En cambio, los dirigentes de Kaktovik, una comunidad iñupiaq situada dentro del refugio, apoyan la exploración petrolera y consideran que un desarrollo responsable es clave para el bienestar económico de su región.
"Es alentador ver a los responsables políticos en Washington avanzar en medidas que respetan nuestra voz y apoyan el éxito a largo plazo de Kaktovik", declaró Charles 'CC' Lampe, presidente de Kaktovik Iñupiat Corp. Una segunda venta de licencias en el refugio, celebrada cerca del final del mandato de Biden, no recibió ofertas, aunque los críticos sostuvieron que era demasiado restrictiva en su alcance.
Meda DeWitt, directora de The Wilderness Society en Alaska, afirmó que con el anuncio del jueves la Administración "está anteponiendo los intereses corporativos a las vidas, culturas y responsabilidades espirituales de las personas cuya supervivencia depende de la manada de caribúes Porcupine, de la libertad para vivir de esta tierra y de la salud del Refugio Ártico".
Una carretera entre King Cove y Cold Bay
Las medidas detalladas el jueves son coherentes con los planes expuestos por Trump tras su regreso al cargo en enero, que también incluían acelerar la construcción de una carretera para conectar las comunidades de King Cove y Cold Bay.
Burgum anunció la finalización de un acuerdo de intercambio de tierras destinado a construir esa carretera, que atravesaría el Refugio Nacional de Vida Silvestre Izembek. Los residentes de King Cove llevan décadas reclamando una conexión terrestre con el aeropuerto de Cold Bay, que opera en cualquier clima, considerándola vital para acceder a atención médica de emergencia. Dunleavy y la delegación de Alaska han apoyado el proyecto, calificándolo de cuestión de vida o muerte.
Los grupos conservacionistas prometieron impugnar el acuerdo en los tribunales, y algunos líderes tribales expresaron preocupación de que la carretera espante a las aves migratorias de las que dependen. El refugio, situado cerca del extremo de la península de Alaska, alberga hábitats internacionalmente reconocidos para aves acuáticas migratorias. Propuestas anteriores de intercambio de tierras han sido fuente de controversias y litigios.
El Centro para la Diversidad Biológica, una organización ambientalista, señaló que el nuevo acuerdo de tierras intercambiaría unas 202 hectáreas de terrenos silvestres ecológicamente insustituibles dentro del refugio por hasta 703,7 hectáreas de tierras de la corporación King Cove situadas fuera de él.
Líderes tribales de comunidades más al norte, en la región Yukon-Kuskokwim Delta, habitadas por pueblos Yup'ik, también han expresado su preocupación de que el desarrollo de la carretera perjudique a las aves migratorias esenciales para su modo de vida. "Junto con las aldeas nativas de Hooper Bay y Paimiut, planeamos impugnar esta decisión en los tribunales", declaró Cooper Freeman, director del centro en Alaska.
La senadora estadounidense Lisa Murkowski, republicana, dijo a los periodistas que ha estado luchando por conseguir el acceso terrestre para King Cove durante todo su mandato, y que ha visitado tanto la comunidad como el refugio. Describió el refugio como una "auténtica despensa" para muchas aves acuáticas, y aseguró que es de interés común que la carretera se construya con el menor impacto posible.
"Creo que es importante recordar que nadie está hablando de una autopista de varios carriles con grandes camiones circulando", dijo. "Se trata de una carretera de 11 millas (18 kilómetros), de un solo carril, de grava y de uso no comercial".